Recordando viejos (y buenos) tiempos
Guardo
muy buenos recuerdos de la época en que conocí la marca Games Workshop, allá por
1989. Para ser sinceros, mi primer contacto con esta casa inglesa había sido casi un lustro antes de esa fecha a través de un videojuego para el ZX
Spectrum al que también le tengo gran cariño, Chaos
(lo reseñé en mi otro blog, en este
enlace), pero en aquel momento no me fijé en el nombre de aquella compañía,
o por lo menos, no lo retuve. Sería sobre todo a través de las tiendas del
hobby pioneras en Valencia Ludómanos y Valhalla, que empecé a entrar en
contacto con las miniaturas y juegos de Games Workshop y con su revista White Dwarf, que compraba
ocasionalmente. Por aquella época, la empresa ofrecía una grandísima y rica
variedad de productos que no tienen nada que ver con lo que fabrica ahora:
títulos como Tyranid Attack, Space Hulk, Mighty Empires, Space Marine,
Advanced Heroquest, Advanced Space Crusade y tantos y tantos juegos ya clásicos. Antes incluso de
comenzar a jugar a sus populares Warhammer Fantasy y
Warhammer 40.000 ya había comprado algunas miniaturas que me hacían gracia
y añada a mi variada colección de personajes y vehículos.
Con la
creación en 1992 de nuestra asociación, el Club
Draken, comencé a meterme más en todo ese
mundillo de fantasía. Ludómanos nos regaló el mismísimo Space Hulk para la inauguración de nuestro local, y por aquellas
fechas o poco después muchos de mis compañeros y yo terminamos jugando a los dos
“warhammeres”, Fantasy y 40K (yo ya había tenido la edición de Alfil Juegos de
este último, aunque no le saqué mucho provecho). Poco tiempo después, incluso
recibimos la feliz noticia de que Games Workshop abría una filial en España y
de que la revista White Dwarf se iba
a publicar en castellano. Para entonces ya estábamos bastante metidos en sus
juegos de miniaturas, pero aún así acabamos comprando posteriores ediciones de Warhammer, Warhammer 40.000 y otros juegos. Yo personalmente coleccionaba y
pintaba No Muertos para el primer título, y Tiránidos para el segundo (ya veis
que me atrae lo grotesco), y también acabé comprándome el Mighty Empires y el Tyranid
Attack, este último de oferta a finales de los 90. También recuerdo con
gran añoranza la publicación de Necromunda
en España y las muchas partidas que jugamos en nuestro club (yo con mi banda de
Ratskins), así como las aventuras al Warhammer
Quest, que nosotros compramos todavía en edición inglesa.
Nuevos contactos con GW durante este siglo |
Mis
contactos con productos Games Workshop a lo largo de este siglo XXI han sido
principalmente a través de reediciones de sus juegos, unas veces realizadas por
otras casas, otras por ellos mismos, y tanto de tablero (entiéndase fichas y
cartón) como de miniaturas: La furia de Drácula,
Caballeros Guerreros, Kings & Things, La herejía de Horus, o Space Hulk, entre otros (también Caos en el Viejo Mundo, que me gusta mucho,
pero este no es una reedición).
Reencuentro con Games Workshop
Reencuentro con Games Workshop
Probablemente
queriendo revivir aquellos añorados primeros tiempos con Games Workshop adquirí
recientemente Dreadfleet. Lo cierto es que ya conocía el juego desde su aparición
en 2011 y le tenía echado el ojo, pero su precio inicial de 90 euros me echaba
para atrás. Pero, vaya: me apetecía volver a jugar a un juego de miniaturas,
incluso animarme a montarlas y a pintarlas de nuevo, ya que hace más de un
lustro que abandoné el hobby modelístico en el que había permanecido más de
veinte años. Aprovechando que muchos comercios han rebajado el precio de este
último título de Games Workshop –al parecer, no ha tenido el tirón que se
esperaba, luego veremos por qué– en el pasado enero me hice por fin con él.
Dreadfleet
pertenece a la gama de Games Workshop conocida como “juegos de especialista”:
se trata de productos en edición limitada de aparición periódica –cada pocos
años– al margen de las series habituales de la marca (ahora mismo: Warhammer Fantasy, Warhammer
40.000 y El Hobbit). Estos juegos
son, por lo tanto, independientes y autoconclusivos: todo lo que necesitar para
jugar viene en la caja, y los productos de esta línea no van a tener
continuaciones ni expansiones.
El enorme tablero-mantel |
Ocho de los barcos del juego (podéis ver los otros al final de la reseña) |
Una partida a Dreadfleet
Accesorios del juego |
Cartas, tarjetas y auxiliares |
Cada
barco tiene una capacidad de movimiento expresada en pulgadas y una maniobrabilidad que la
condiciona. Un barco de vela debe mover normalmente el valor de la fuerza del
viento. Además, si una de estas naves tiene el viento en contra y su capitán no
pasa una tirada de mando, deberá reducir la actual fuerza del viento de su
movimiento. Por el contrario, si el viento sopla de popa, ese barco podrá
añadir la fuerza del viento a su movimiento para alargarlo. El juego
proporciona una pequeña pieza llamada “timón” para efectuar los giros (de 45º).
Un barco sólo puede normalmente efectuar un giro cuando haya movido tanto como
su capacidad de maniobrabilidad. Por ejemplo, si un barco mueve 10” y su
maniobrabilidad es de 5”, deberá primero mover 5” en línea recta antes de girar
45º. Esto puede ser bastante peligroso en escenarios con muchas islas y barcos,
pues podremos embarrancar en las primeras y chocar contra los segundos, con
riesgo de recibir daños en el casco.
El Heldenhammer se enfrenta a la Hidra de Hueso |
La
última acción posible para cada barco es el abordaje: si dos o más barcos enemigos están en contacto, se
produce primero un duelo entre sus capitanes, y después un enfrentamiento entre
sus tripulaciones. Para uno y otro se tiran respectivamente los valores de
Esgrima y Tripulación, acertándose con 5+ en los dados. La diferencia de
aciertos entre el bando que más logra y el otro se traducen en daños de nuevo,
en el caso del duelo directamente al capitán, que va perdiendo facultades
conforme recibe heridas y finalmente muere.
De esta
guisa transcurren los turnos en Dreadfleet
hasta que se llega al final de la partida, en la mayoría de casos de 4 o 6
turnos, lo que se traduce en más o menos una hora y media de juego (a mí me
saben a poco). Creo que de este juego puedo decir más o menos lo que diría de
casi todos los juegos de miniaturas de Games Workshop, sobre todo de los más
recientes: su grandísimo atractivo es sin duda y por supuesto su vistosidad, el
hecho de jugar con un paisaje tridimensional, antes que unas mecánicas
excepcionales o una jugabilidad destacada. Si, además, te gusta montar y pintar
figuras y maquetas, como es mi caso, este producto tiene un extra añadido. Si
no te gusta hacerlo, la verdad es que creo que te estás perdiendo un hobby
apasionante y que además no le estás sacando verdadero partido al juego,
porque, la verdad, jugar con los barcos e islas sin pintar, pues no es lo
mismo, ni mucho menos.
Parece
que Dreadfleet no se vendió todo lo
que se esperaba y que el juego no ha sido especialmente bien recibido. Hoy en
día –como decía al principio– todavía se pueden encontrar muchas copias en las
tiendas a precios reducidos (incluso ha llegado a estar a 45 €). La razón que
aducen muchos jugadores para haber prescindido de este juego es precisamente el
que no sea coleccionable. A mí personalmente me atrajo por lo contrario: porque
lo tienes todo de golpe, sin tener que confeccionar tablero y elementos de
escenografía aparte y sin tener que preocuparte de que Games Workshop empiece a
cambiar las reglas y miniaturas cada dos o tres años. No negaré que me podría
haber gustado añadir algún barco más a los que vienen en la caja, pero sólo
unos pocos.
Parece
que corren malos tiempos para Games Workshop, que retira sus tiendas y su
filial de España y creo que de todos o casi todos los demás países. Espero que
esta situación de crisis mundial cambie pronto, las cosas mejoren, y esta
empresa vuelva a ser algún día lo que fue y nos ofrezca de nuevo aquellos
magníficos juegos y miniaturas de antaño.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(En el momento de publicar esta reseña he comenzado a pintar parte de las miniaturas del juego, de ahí que algunas aparezcan a medio acabar en las fotografías. Conforme vaya terminándolas, publicaré más fotos).
GALERÍA FOTOGRÁFICA
(En el momento de publicar esta reseña he comenzado a pintar parte de las miniaturas del juego, de ahí que algunas aparezcan a medio acabar en las fotografías. Conforme vaya terminándolas, publicaré más fotos).
Kraken Negro |
Espectro sombrío (base inconclusa) |
Gw no sólo ha retirado sus tiendas de España, dicen los rumores que también cierran su linea de Fantasy para empezar un nuevo juego de escaramuzas y peanas redondas.
ResponderEliminarVamos un ESDLA. Yo en su día tambien decidi dejar mis Skaven y AE de fantasy y mis Eldar y Tyranidos en la vitrina porque no me gustaba el sectarismo que veía y la cada vez mayor subida de precios, la crisis les daba igual tenían un cota de mercado en el sector superior al 80%, se pasaron la gente empezó a interesarse por Infinity, Avatars of War, Urban War, ánima, porque no hay dinero y pasa lo que pasa. Yo ya solo jugaba a BloodBowl y con el juego de ordenaodr/consola ni eso saco ya, pero ahí están. El rey ha muerto, descanse en paz.