jueves, 16 de abril de 2015

Leningrad

Wargame que descubrí hace poco por casualidad y del que me encapriché por la temática que trataba, y eso que en realidad, no es precisamente nuevo: la primera edición de Leningrad apareció nada menos que en 1979 de la mano de SPI. Posteriormente ha sido reeditado por Decision Games en dos ocasiones: en 1994 y en el más reciente 2013, año al que corresponde mi versión. El diseñador original fue Dick Rustin, aunque otros autores han colaborado en las actualizaciones.

En el verano de 1941, Alemania invade la U.R.S.S. y el Grupo de Ejércitos Norte se precipita rápidamente hacia Leningrado, una de las ciudades más importantes de Rusia, con el objetivo de tomarla. El enemigo se resiste a la captura, y Hitler decide finalmente sitiar la ciudad para, literalmente, dejar a sus ciudadanos morir de hambre y de frío. En esta situación estuvieron los habitantes de la urbe durante más de dos años y medio hasta que pudieron ser liberados, perdiendo cerca de una tercera parte de su población inicial de 3 millones. A aquellos a los que les interese el cine, me gustaría recomendarles una película que se centra en este triste hecho histórico, Leningrado, dirigida por Aleksandr Buravskiy en 2009.
 
Despliegue inicial

Pero, centrémonos en el juego en sí, que es lo que nos interesa, y que intenta más o menos reproducir la situación histórica, con ciertas libertades –de lo contrario, no sería tal juego–: en el tablero, el jugador alemán no deberá reproducir el dramático asedio; muy al contrario, su objetivo será el que tenía inicialmente la potencia que representa: conquistar Leningrado. Y el de los soviéticos, claro está, intentar que no lo consiga antes de que acabe la partida (12 turnos).

La presentación de Leningrad es muy sencilla, y eso fue lo que me atrajo de él: un pequeño mapa de  18 x 42  cm, alrededor de un centenar de fichas y una partida que se puede acabar en unas 3 horitas. Y también, claro está, ese sabor “añejo”, a wargame de toda la vida con hexágonos y tabla de probabilidades… Una de las curiosidades del juego es que el perdedor de un combate puede elegir repartir los pasos que pierde entre retirarse o bajas directas. La decisión parece fácil, pero no siempre lo es, ya que al alemán le interesa conquistar cuanto más terreno posible y va contra reloj. Y el ruso, pues ya se sabe: ni un paso atrás

También me ha llamado mucho la atención esta curiosa regla: las fichas rusas comienzan ocultas bocabajo, y ninguno de los jugadores conoce su verdadero potencial hasta que entran en batalla y se revelan. Esto no pasa con las unidades alemanas que, de hecho, constan de dos pasos por ficha y no uno solo como su oponente.

Últimos turnos: ¿resistirá Leningrado?

Por lo demás, como he dicho, un wargame totalmente clásico en todos los sentidos, con puntos de movimiento, tabla de efectos del terreno, factores de combate y todos los elementos clásicos de estos juegos de simulación histórica… Eso sí: sin hacerse pesado precisamente por sus moderadas dimensiones (en todos los sentidos), pues algunas mecánicas totalmente populares hace unas décadas han quedado obsoletas en la actualidad y normalmente sólo son del agrado de los más inveterados y “aguerridos” jugadores. Me refiero a cosas como estar esperando una hora entera a que tu adversario tenga que mover tropecientas fichas en un mapa gigantesco y cosas así…

La victoria se contabiliza por puntos: el soviético los obtiene sencillamente por las bajas enemigas; el alemán consigue 30 por cada uno de los dos hexágonos del norte de Leningrado y 5 por cada uno de los dos hexágonos del sur. Y, aunque la puntuación del Ejército Rojo nunca va a ser muy elevada porque militarmente está por debajo de su invasor, atravesar todo el mapa y hacerse con la codiciada ciudad que da título a este juego tampoco va a ser nada fácil para el alemán…

5 comentarios:

  1. A mí me parece una genialidad, tanto el juego como el sistema mismo, en el que uno de los dos bandos no sabe qué valor de combate tienen sus propias unidades, con lo cual las manda al combate totalmente a ciegas. Sencillo, divertido, ágil, rejugable, barato, bastante histórico y más allá de todos los tópicos que rodean a los wargames. Repito: una genialidad.

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  2. Lo que no acabo de entender es históricamente cómo se explica eso de que los rusos no conozcan sus fuerzas... ???

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  3. Pues es el desconocimiento del valor de las unidades del soviético cuando entran en combate. Van a ser héroes o cobardes? Van a comportarse profesionalmente o van a huir despavoridos? Le da una sustancia muy interesante al juego de una forma muy sencilla. Aquí está mi reseña de este mismo juego: http://clubdeestrategia.blogspot.com.es/2013/09/leningrad-la-sencillez-del-verano-del-41.html

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  4. Pues mira, eso no lo pillaba, así que gracias por la aclaración. ;)
    Voy a poner un enlace a tu blog en la sección correspondiente.

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