martes, 16 de julio de 2013

Misterio

Hace muchos, muchísimos años que no juego a Misterio de Cefa. Probablemente, si jugara a él ahora no lo disfrutaría e incluso me parecería demasiado simple e infantil. Pero, en un momento de mi vida, y por lo tanto de mi trayectoria ludómana, fue un título muy jugado y recurrido, lo que lo convierte en esencial en mi formación como aficionado a los juegos de mesa.

Otros tiempos
Misterio de Cefa, junto con otros títulos como Risk, Monopoly o La ruta del tesoro, permanece indeslindablemente unido a algunos de los mejores recuerdos de mi  infancia y primera juventud (principios de los años 80), cuando pasaba los veranos en un pequeño pueblecito de Castellón y, tras la oportuna visita casi diaria a la piscina local con mis amigos, nos juntábamos en mi casa a merendar y a echar partidas a todos aquellos juegos y a muchos otros. Tiempos muy queridos y ya lejanos que nunca volverán y por los que me es inevitable sentir una razonable morriña.

Como era bastante habitual en Cefa (Celulosa Fabril), Misterio era una versión nacional de un juego extranjero, en este caso el popular Cluedo de Parker Brothers, que a su vez estaba comercializado aquí por la no menos mítica Borrás. Este juego data nada menos que de 1949, aunque en España tuvimos que esperar bastantes más años para verlo editado y traducido. Si podéis leer inglés, os recomiendo este interesante artículo de la Wikipedia con la larga historia de Cluedo y de sus muchas variantes y adaptaciones (hay incluso una película).

El atractivo tablero dibujado por Isidre Monés

De la mansión al castillo
¿Qué diferenciaba Misterio de las demás versiones de Cluedo? Pues precisamente lo que hacía que a mí me gustara más que el original: su ambientación fantástico-terrorífica. Si en Cluedo nos las veíamos con un “simple” caso de asesinato en una aristocrática mansión, aquí nos encontrábamos en un tétrico castillo perdido en los confines de Transilvania por el que pululaban los más míticos monstruos del cine y de la literatura fantásticos: Drácula (a nosotros siempre nos recordaba a Adolfo Suárez), Frankenstein, La Momia, el Doctor Jekyll, el Hombre Lobo y el Fantasma. Por lo demás, era prácticamente idéntico al juego que lo había originado, con la excepción de que aquí no había un arma homicida (era el propio monstruo). El tablero se componía de 9 habitaciones, aunque la central era meramente ornamental. Al resto se podía acceder por los pasillos que las rodeaban, compuestos por casillas por las cuales movían los hasta 6 “detectives” protagonistas (una ficha de color). En 6 de las 8 habitaciones se repartía una silueta de víctima (los habitantes humanos del castillo: conde, condesa, mayordomo, etc). En realidad, esta ficha podía moverse de una habitación a otra a voluntad de los jugadores que las necesitaban.

Las (muy ajadas) cartas del juego y una hoja de detective

A su vez, todos los monstruos, habitaciones y víctimas estaban representados por una carta y había un mazo de cartas para cada uno de estos tres tipos (que se correspondía con las sílabas “Mis”, “te” y “rio”). De cada uno de ellos se cogía al azar y sin mirar una carta y se guardaba en un sobre. Estos eran el asesino, la víctima y el lugar del crimen que los participantes debían averiguar para ganar. El resto de cartas se repartía equitativamente entre los jugadores.

Movimiento y mecánicas: Mis-te-rio
El movimiento se realizaba con la clásica tirada de un dado de seis caras, que nos indicaba la cantidad de casillas que podíamos mover. En los pasillos habían cuatro trampas que nos hacían perder un turno si caíamos en ellas (aunque luego nos permitían salir por cualquier de las otras tres) y símbolos de animales que nos permitían “transportarnos” al equivalente que se encontraba en otro lado del tablero. Nosotros siempre tuvimos la duda de si era obligatorio “gastar” todo el movimiento o no, ya que las instrucciones no eran muy precisas y éramos demasiado jóvenes para poder decidir estas cosas, así que jugábamos que sí se debía gastar todo, con lo cual a veces nos era difícil entrar a las habitaciones con ciertas tiradas si no estábamos a la distancia adecuada.

¡El Dr. Jekyll ha matado a la doncella en la bodega!
Una vez dentro de una habitación, el jugador podía “invocar” a uno de los monstruos (fichas de cartón sobre una base de plástico que se dejaban cerca del tablero), escoger cualquier ficha de víctima y poner ambos en ese espacio. Proponía entonces esos tres parámetros necesarios para intentar esclarecer el crimen: monstruo, víctima y habitación (lógicamente, en la que se encontraba), y el jugador de su izquierda debía enseñarle, si la tenía, alguna de esas tres cartas. Si no la tenía, se la tenía que enseñar el siguiente jugador, y así sucesivamente. Las cartas que nos enseñaban nuestros rivales, así como las que nos habían repartido al principio, no podían obviamente estar en el sobre, por lo que podíamos ir descartándolas tachando sus nombres de una hojita que nos proporcionaba el juego. Cuando a un jugador sólo le quedaba una opción de cada apartado –Mis, te, rio– lo reconocía en voz alta y comprobaba en secreto que era esta la solución del crimen mirando el sobre. Si no había ningún error, era el ganador. En caso contrario, había perdido la partida y permanecía en ella únicamente para enseñar las cartas que le pudieran pedir los demás, sin revelar la solución.

Lógicamente, a veces nos convenía usar pistas que ya habíamos tachado para poder “aislar” la que nos interesaba, por ejemplo, jugar en una habitación y con una víctima que ya teníamos descartadas para que nos dijeran necesariamente el monstruo. También había una carta especial, la Bruja de Salem, que nos permitía directamente mirar una de las tres cartas del sobre.

Otros tiempos, 2ª parte
Como era habitual en Cefa, Misterio se vendía en dos ediciones, la normal –la que yo tenía– y la de lujo, con tablero reforzado, figuras (bustos) de detective en lugar de simples fichas redondas, caja más grande y elementos más detallados (los monstruos que se utilizaban en el tablero venían a todo color, y sólo esta versión tenía sobre, aunque no costaba mucho improvisarlo). Las instrucciones eran escasas, como también era típico de la empresa maña, y los autores del diseño y de las ilustraciones ni siquiera se citaban, aunque gracias a internet podemos saber hoy que eran los infalibles Pepe Pineda e Isidre Monés, respectivamente.

Misterio permanece en mi ludoteca desde hace más de treinta años y en ella figurará siempre como un título que, como ya he dicho al principio, ha sido clave en mi afición a este fabuloso hobby, incluso aunque no vuelva a jugarlo en la vida. Tuvo su momento en ella, y fue muy importante, pero creo que ahora debe ceder su sitio a otros juegos más modernos y/o mejor desarrollados.

4 comentarios:

  1. No había oído hablar de este juego nunca. De hecho, tampoco he jugado al Cluedo. Mi afición por los juegos comenzó hará cosa de 7 años o así y comencé con duros, como Juego de Tronos o Warcraft.

    Lo comparto en mi blog, como siempre.

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  2. Eso es porque, evidentemente, somos de diferentes generaciones, porque está claro que a muchos jugadores de la mía nos marcó. ¡Nunca está de más pegarse algún "viajecito al pasado" y conocer títulos como este! ¡Gracias por compartirlo! ;)

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  3. Pues si, compñero Lord;
    Misterio, junto con Imperio Cobra, fué el tablero que más disfruté al ilustrar.
    Todos los demás juegos Cefa (y fueron muchos) o llevaban tableros muy gráficos, con mucha casilla y poca ilustración, o los ultimos "Yeti" "Yarek" "Templo de Cristal" complicados tableros en tres dimensiones (No sabíamos que hacer para competir con los incipientes videojuegos)
    El tablero de "Misterio" era una ilustración que me gustaría haber conservado, en fin.
    Como dije en ocasiones, nunca fui aficionado a los juegos, y hasta años más tarde no supe que "Misterio" se inspiró en "Cluedo" juego que como ningun otro nunca tuve el gusto de conocer.
    Quizas por eso nunca nadie pudo decir que graficamente "mis" juegos fueron copia de otros.
    No conociendolos, mal podían influenciarme.
    Mis influencias era el cine, y mis propios comics (y los de mis compañeros) para "Creepy" "Eerie" y "Vampirella" unos años antes.
    Gracias por el recuerdo, a tantos enfermos de Cefa.

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  4. ¡Gracias a ti por todas aquellas fantásticas ilustraciones, Isidre!

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