lunes, 8 de diciembre de 2014

Space Hulk

Columna izq.: las portadas de las versiones de 1989, 1996 y 2009/14.
Columna der.:las expansiones para la primera edición.
Space Hulk, diseñado por Richard Halliwell, es un juego de Games Workshop publicado por primera vez en 1989, y que ha aparecido, desaparecido y reaparecido a lo largo de buena parte de mi vida. Como ya he contado en alguna ocasión en este mismo blog, la legendaria y añorada tienda valenciana Ludómanos lo regaló a nuestra asociación de juegos, el no menos añorado Club Draken, con motivo de su inauguración en el verano de 1992. Fue, por lo tanto, uno de los primeros títulos del pequeño puñado con el que inició su andadura la susodicha asociación y por ello uno de los más jugados por casi todos sus componentes durante mucho tiempo (incluso llegamos a comprar su primera expansión, Genestealer). Al final del periplo del Draken unos siete años después, aquel viejo compañero no disimulaba las muchas batallas lúdicas libradas y muchos de sus componentes estaban bastante deteriorados y las figuras de marines y genestealers que los miembros de la asociación habíamos pintado presentaban un evidente deterioro y un envejecimiento para el que no había sido necesaria ninguna técnica modelista especial.

A partir de ese momento, finales de los 90, Space Hulk –y, en general, Games Workshop–desapareció de mi vida durante mucho tiempo. No tengo demasiados recuerdos sobre la 2ª edición del juego de 1996, que creo que nunca la vi “en directo”. No sería hasta 2009 cuando conocería la noticia de que iba a haber una nueva versión de Space Hulk, la tercera ya. Supe que sería limitada y que tendría versión en castellano, y decidí ahorrar los 70 u 80 euros que creo que valía y hacerme con una copia. Monté afanosamente las 35 figuras incluidas y jugué casi todos los escenarios sólo para descubrir que la morriña me había traicionado una vez más, o la magia del juego se había perdido, o yo me había hecho mayor: Space Hulk me resultó algo aburrido y monótono, al menos con el bando de los genestealers. Se me cruzaron los cables, mi situación económica empeoró, y finalmente tomé la decisión de venderlo, por cierto a un precio bastante razonable…

Despliegue del primer escenario

Cinco años después descubro que Games Workshop reedita nuevamente el juego. Es la 4ª vez que aparece, aunque en esta ocasión la edición es prácticamente la misma que en 2009 salvo por unos pocos escenarios extra. Dos pegas, una pequeña, y otra grande: la pequeña es que sólo aparece en edición en inglés, algo que no supone una traba para mí; la segunda es que su PVP va a ser de ¡100 euros! De nuevo se trata de una edición limitada que se espera agotar en pocos días (y así ocurrió). Increíble o ridículo como pueda parecer, decido que quiero volver a tener el juego. Me dolió en parte venderlo y sólo por montar y pintas las figuritas (estoy intentando recuperar mi vena modelista) me apetece tenerlo de nuevo. Una vez más, realizo el esfuerzo económico (aunque lo encuentro por 10 euros menos) y el legendario juego de Games Workshop vuelve a mis estanterías. Esta vez creo que no lo venderé salvo que sufra graves apuros económicos.

Marines espaciales
Y creo que ha llegado el momento de dejarse de historias nostálgicas y disparates adquisitivos para contar, a los pocos que puedan no conocer este juego –puesto que ha habido hasta versiones para ordenador– cuál es su propuesta, por lo demás, sencillísima: un jugador representa a un pequeño grupo de marines espaciales que debe enfrentarse a una infinidad de peligrosísimos seres alienígenas –los genestealers o “roba genes”– en los claustrofóbicos confines de una enorme y olvidada nave –ese “pecio espacial” del título– en una serie de misiones que van desde intentar que el primer bando salga vivo del vehículo hasta que llegue a determinada habitación para rescatar información o artefactos valiosos. Algo muy en la línea de la película Aliens de James Cameron, sólo que aquí los marines vienen espléndidamente protegidos con armaduras que les cubren enteramente. Todo ello con una generosa gama de materiales entre los que se incluyen las ya mencionadas figuras de plástico –toda una joya de diseño–, un sinfín de piezas de cartón troquelado que se montan en plan puzzle y que permiten componer gran variedad de mapas, unos esmerados dados de color vainilla con efectos de “manchas” e incluso un reloj de arena cuya utilidad veremos luego.

Genestealers
En los escenarios de Space Hulk, básicamente los dos jugadores alternan turnos hasta que alguno logra su misión. La de los marines espaciales (que suelen mover los primeros) es, como hemos visto, variada, la de los genestealers suele ser, por el contrario, invariable: eliminar a todos los integrantes del bando contrario.

Cuando un jugador activa una figura, efectúa todas las acciones que quiera y pueda con ella antes de pasar a la siguiente. Los marines tienen 4 puntos de acción, mientras que los genestealers tienen 6. Mover en una dirección u otra, disparar, ponerse en guardia, abrir puertas…. conlleva un mayor o menor gasto de puntos de acción. El marine tiene además una serie de puntos de mando (de 1 a 6) que roba al principio de cada turno y que puede añadir a sus acciones tanto en su turno como en el del genestealer.

Los ataques, tanto a distancia como cuerpo a cuerpo, se resuelven con dados. Sobra decir que el jugador marine tiene más posibilidades utilizando su armamento (que incluye lanzallamas y cañones de asalto) desde lejos que enfrentándose físicamente a sus enemigos, que suelen ser letales en esta modalidad. Por ejemplo, normalmente un marine tirará un dado en cuerpo a cuerpo, mientras que el genestealer tirará tres y elegirá el mejor, puesto que la figura con la tirada más alta vence y elimina a la contraria. Para acertar con armas hace falta una tirada concreta del dado, siendo 6 la más común. El marine puede poner a sus figuras en alerta para que actúen, combatan y disparen en el turno del traicionero genestealer.

Impecable presentación y excelentes componentes
Los genestealers tienen dos formas de aparecer en el tablero: directamente como figuras, o bien como fichas de “blip”: estas representan sonidos y señales que reciben los marines, pudiendo ocultar de 1 a 3 miniaturas de genestealers. No es obligatorio revelar los blips mientras no estén dentro de la línea de visión de algún marine. En la mayoría de los escenarios, los refuerzos de los genestealers son infinitos, recibiéndose varios blips en cada turno. Es más que innecesario aclarar que las misiones pueden volverse desesperadas y agónicas para el jugador humano debido a este incesante enjambre de alienígenas que parecen surgir de todos los recovecos de la nave que representa el tablero.

Cada bando dispone además de dos figuras especiales: el Bibliotecario de los marines, con poderes psíquicos, y el bloodlord genestealer, mucho más grande, poderoso y mortal que el resto de miembros de su raza.

Los marines afrontarán  auténticas situaciones imposibles...
Esto es a grandes rasgos este Space Hulk tan recurrente en mi vida. La presentación de esta última edición es excelente -¡que lejos de aquellas rústicas figuritas de hace 25 años! –, el material de primera calidad; las reglas son sencillas, pero aún con todo, las partidas muy emocionantes, sobre todo para el jugador marine, que debe luchar frenéticamente por abrirse paso por los pasillos y habitaciones del pecio espacial para cumplir la tarea encomendada en una lucha contra los monstruosos genestealers y también contra el tiempo porque… ¡casi me lo dejo!: el turno del jugador humano se mide con un reloj de arena de exactamente 3 minutos. Ese es el lapso que tienen los marines para mover a sus escuadras por el escenario aunque, por supuesto, quien prefiera jugar con más tranquilidad puede prescindir de este estresante elemento del juego.

Ojalá que Games Workshop se decida por recuperar alguno más de sus viejos títulos o por producir otros nuevos más en esa línea, en vez de saturar con tantas y tan continúas reediciones de Warhammer y Warhammer 40.000.

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