sábado, 4 de enero de 2020

Robin Hood

Título: Robin Hood
Año: 2019
Autor: Damian Mastrangelo
Ilustraciones: Sean Cooke, Chris Rawlins
Editor: Worthington Games
Duración aprox.: 120 min.
Jugadores: 2
Dificultad: 2/5
Dependencia del idioma: Reglamento y cartas.

Ya desde las primeras imágenes aparecidas reconocí fácilmente en este producto de Worthington Games un claro remake de The Legend of Robin Hood de Avalon Hill (reseñado aquí) y, por ser aquel añejo título muy especial para mí (fue el primero de la marca que tuve), supe que, antes o después, acabaría adquiriendo su nueva versión. Además, esta adaptaba las mecánicas de los típicos juegos de bloques de Columbia Games, que me suelen gustar mucho, lo cual hacía aún más atractiva la compra de este Robin Hood. En realidad, en la versión original se jugaba con las fichas bocabajo, así que el diseño se prestaba fácilmente a esta adaptación.

Remake del clásico de Avalon Hill adaptado al formato de wargame de bloques

Como en los juegos de Columbia, en cada uno de los turnos los contrincantes jugarán una carta simultáneamente, después la revelarán y esta decidirá quién actúa antes. Las cartas permitirán mover de 1 a 3 grupos de bloques que comiencen en una misma zona, o bien tendrán un evento, por lo general bastante poderoso. Los bloques muestran un factor de movimiento y otro de combate con la potencia de fuego y la iniciativa, además de disponer de una vida o resistencia señalada en cada uno de los lados del bloque por puntos. Hasta dónde pueden mover viene dictado por el tipo de terreno al que entran, con un coste mayor o menor de movimiento y con un límite de bloques que pueden cruzar por cada uno de sus márgenes.

Cuando bloques enemigos acaben su movimiento en la misma casilla (ambos jugadores mueven antes), tendrá lugar un combate, que puede durar hasta cuatro rondas. Los bloques se revelan entonces –como es habitual en este sistema– y actúan en orden de iniciativa, dictado por la letra que muestran: de A a D, actuando siempre primero los defensores en caso de coincidir dicha letra. El número que acompaña a la letra es la tirada máxima que debe salir en el dado para impactar a un bloque enemigo, y cada impacto reduce en un paso al bloque impactado, debiendo mostrarse esto rotándose el bloque 90 grados a la derecha. Como ya he dicho, todo absolutamente igual que en los populares juegos de Columbia.

Mecánicas casi idénticas a los juegos de Columbia 
Las dos particularidades que aporta Robin Hood son los bloques de Héroes, que funcionan de manera diferente (tienen una tarjeta en la que se señala la vida con un contador, en lugar de los puntitos en los lados del bloque) y que casi todas las cartas normales (es decir, menos las de evento) permiten una acción extra que se usa durante el turno en el que se juega la carta, como proporcionar alguna ventaja en combate, obstaculizar el movimiento del enemigo o recuperar puntos de “vida”.

Además de todo esto, en Robin Hood ambos bandos tienen tesoros, representados con las habituales fichas de monedas, y es en ellos donde radica la victoria: Robin Hood ganará en el momento en el que consiga 25 o más de ellas (lo que logra asaltando castillos o robando carretas), mientras que el Sheriff lo hará si deja a su enemigo sin dinero durante la partida. El juego también terminará con la llegada del Rey Ricardo en uno de los últimos turnos (puede adelantarse en función de una tirada de dado), momento en el que gana el bando proscrito si sus arcas no están totalmente vacías (es decir, bastará con un mínimo de 1 moneda). La partida también acaba si muere Robin, ya que los héroes de su bando pueden ser capturados y llevados a un castillo, donde, merced a ciertas cartas con el icono de verdugo, irán perdiendo vida hasta ser ejecutados.

La vida de los personajes se lleva aparte en la carta correspondiente

En principio, este juego parecía muy apetecible por su temática, por sus reminiscencias nostálgicas y por sus mecánicas, a pesar de que a nivel visual no estuviera especialmente cuidado (el mapa prácticamente no tiene color, y los números y letras de los adhesivos de los bloques son pequeñísimos), pero la realidad ha sido que Robin Hood me ha resultado un diseño poco jugable y con aspecto de no haber sido muy testado, lo que hace que no sea ni dinámico ni ágil. El jugador proscrito se queda a menudo sin movimientos (sobre todo al principio de la partida), por lo que parecen innecesarias 5 cartas por turno cuando sólo se tiene un pequeño grupo de bloques. Parece muy difícil para este bando reunir un grueso de tropas destacables con el que plantar cara al sheriff, sobre todo teniendo en cuenta lo complicado que le resulta el combate en los castillos, que es donde están los rehenes y el tesoro. La impresión que me han dejado unas pocas partidas es, en resumen y por desgracia, mala, razón por la cual me he deshecho de este título que me parecía tan prometedor.

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