martes, 24 de mayo de 2011

Yggdrasil

Yggdrasil ha sido uno de los dos juegos que he adquirido este mes (el otro lo reseñaré en breve), y lo primero a lo que te remiten sus componentes (de hecho, ya lo hicieron las primeras imágenes que vi de ellos) es al popular Ghost Stories de Antoine Bauza. La explicación es sencilla, y es que rápidamente reconoce uno en ellos el estilo de Pierre Lechevalier “Pierô”, ilustrador de las cartas, tableros y fichas de ambos títulos. Las semejanzas entre los dos juegos no acaban ahí: Yggdrasil es también de origen francés (aunque publicado internacionalmente por Z-Man Games) y es además un colaborativo en el que los jugadores deben combatir contra un mazo de cartas eligiendo entre una serie de localizaciones en las que se activan diferentes habilidades u opciones para frenar a un enemigo virtual. Lo explico con algo más detalle…

En este reciente juego de Cédric Lefebvre y Fabrice Rabellino, los jugadores (de 1 a 6) asumen el papel de dioses nórdicos (Odín, Thor, Freyja, etc) que deben frenar el avance de una serie de enemigos tradicionales de la mitología escandinava entre los que se encuentran el temible lobo Fenrir, la diosa de la muerte Hel, la serpiente Jörmundgand o el inevitable Loki.

El tablero de Yggdrasil no es un tablero tradicional en el sentido de que los jugadores no tienen peones o fichas para mover sobre él ni representa exactamente ningún mapa o zona geográfica. Prácticamente se puede considerar un “visualizador”, “expositor” o display en el que se muestran los diferentes mundos que sostiene el árbol de la vida Yggdrasil, cada uno de ellos representando las diferentes opciones que los jugadores pueden escoger durante su turno. La mayoría de estas localizaciones albergan fichas o cartas y también resumen con un dibujo la acción que permiten hacer al jugador que las elija. Solamente en tres de ellas se mueven fichas o peones: la que alberga a las valkyrias, la de los vanir, y la que representa a Asgard, compuesta por una fila con varios espacios a lo largo de la cual irán avanzando los enemigos. Es esta la zona principal y más importante de la partida: si un número concreto de fichas de enemigos sobrepasa determinada casilla (5 la tercera, 3 la quinta o 1 la séptima), el Mal ha triunfado y los jugadores han perdido la partida.

Asgard: las fichas de enemigos van avanzando según las cartas. Si la cantidad de aquéllas
indicada con números sobrepasa las correspondientes líneas, los jugadores pierden la partida.
El escudito pequeño representa la fuerza de combate de los enemigos en esas dos columnas,
y los rayos el poder. 
Cada turno empieza (al igual que Ghost Stories) con el jugador al que le toca robando una de las 42 cartas del mazo de enemigos. Cada carta revela a uno de estos seres malvados (también son seis), lo que hace que su ficha avance en Asgard una casilla, y a continuación aplique su habilidad especial, naturalmente en perjuicio de los dioses nórdicos. Dicha habilidad se hace más poderosa conforme más avanzada esté una ficha de enemigo. A continuación, el jugador en turno puede escoger un total de tres localizaciones diferentes del tablero y usar las habilidades o bonificaciones que éstas otorgan. El fin último de los jugadores es desde luego frenar a los “malos” y echarles para atrás, lo que se hace reuniendo fichas de vikingos y de elfos, usando cartas de armas especiales y sumando todo esto a la tirada de un dado especial con 0, 1, 2 y 3 martillos en sus caras. Si se iguala o supera el número de la fuerza de combate de la ficha de enemigo (que también aumenta a medida que ésta avanza en Asgard), la ha vencido y la hace retroceder un espacio.

La habilidad de Tyr es repetir el dado
y elegir el resultado que prefiera
Hay un curioso elemento en el juego y fuera del tablero que consiste en cuatro bolsas de tela de diferentes colores. Cada una de ellas está relacionada con una de las islas que encontraremos en la zona central de Midgard, y comienzan el juego con una cantidad fija de fichas de vikingos y de gigantes de fuego. Los vikingos son la principal fuerza combativa de los dioses, y a menudo se recurrirá a estas bolsas  para reclutar a estos bravos guerreros. Puesto que se suele buscar a ciegas en ellas, encontramos que la labor de las fichas de gigantes de fuego es obviamente entorpecer las búsquedas de los jugadores. Diversos efectos de los enemigos y de las opciones del tablero modifican a favor de uno u otro bando el contenido de los saquitos, dificultando o facilitando la búsqueda de vikingos que defiendan Asgard.

El dios al que encarna cada jugador está representado por una lámina (innecesariamente grande) en la que aparecen su dibujo y un símbolo indicando su habilidad especial. Efectivamente: al igual que sus enemigos, los individuos del bando del bien también tienen aptitudes particulares: Thor es más poderoso en combate, Frey es capaz de realizar más acciones, Tyr puede repetir la tirada del dado, etc. Como ya se ha adelantado, no hay ningún peón que el jugador mueva sobre el tablero. Simplemente elige las acciones que quiere hacer y las lleva a cabo.

El lobo Fenrir obliga a los
jugadores a gastar acciones
para apaciguarlo
Si los jugadores logran acabar el mazo de cartas sin que las fichas de enemigo hayan superado ninguno de los tres diferentes límites expuestos anteriormente, los dioses han evitado el Ragnarok. Pero, por si acaso los jugadores encuentran esta labor demasiado sencilla, disponen de una serie de cartas alternativas con las que incrementar la dificultad de la partida, y que hacen que un enemigo mueva dos espacios seguidos en Asgard o incluso que varios enemigos muevan a la vez.

Para acabar con la valoración acostumbrada, estamos ante un título en mi opinión muy normalito y para nada excepcional que no se sale demasiado del patrón de estos juegos colaborativos que están tan de moda últimamente. Lo único que lo puede diferenciar de otros semejantes es simplemente la ambientación. Por otro lado, el apartado gráfico tampoco me parece destacable. El estilo de Pierô, demasiado cartoon e infantilizado, no es de mi preferencia (de hecho, esto fue lo que en un principio me frenó de comprarme Ghost Stories, que prefiero sobre Yggdrasil aunque sólo sea por sus figuritas y más conseguidas fichas). El mapa se me antoja también un tanto oscuro. A favor del juego, que admita hasta 6 jugadores, y la siempre divertida tensión que se crea en los colaborativos cuando los jugadores van apurados y ven que su derrota se acerca. Es en estos momentos cuando más vivo este tipo de juegos y lo que más me gusta de ellos. Y si tú o tus amigos sois de los que se enfadan porque os atacáis entres vosotros, aquí no hay sitio para rencores de ese tipo: todos lucháis contra un enemigo común e impersonal. Por cierto, el precio de este producto oscila en nuestro país entre 35-40 €.








(Izq: partida de tres jugadores en progreso en la que podemos ver todos los elementos desplegados. En la parte superior, las cartas de enemigos, el dado y dos de las bolsas. Junto a las láminas del dios al que encarnan, cada jugador almacena sus vikingos, elfos y armas especiales. Pinchar para ampliar.)

3 comentarios:

  1. Excelente reseña !!! Un juego que me encanta.

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  2. Yo lo tengo desde hace una semana y lo hemos jugado en "facil".
    A nosotros nos ha gustado mucho y espero verlo a menudo en mesa :D
    Gran reseña :D

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  3. ¡Gracias a las dos! Nosotros en fácil quedamos 1-1. El último día pusimos las cartas con las que los malos avanzan dos casillas a la vez y nos ganaron...

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