lunes, 26 de diciembre de 2011

Ghost Stories: White Moon

Un año después de la aparición de Ghost Stories –es decir, en 2009– se ponía a la venta su primera expansión, White Moon, obra del mismo autor, Antoine Bauza, y publicada también por Repos Production, y lo hacía aportando faena extra a los sufridos monjes taoistas del juego original: se incluían ahora fichas de aldeanos a los que los primeros debían proteger a la vez que combatían a las interminables hordas de criaturas del más allá que acosaban la localidad. Para más inri, un nuevo tipo de fantasmas, los devoradores, se mostraban ávidos por poner sus zarpas, colmillos o lo que tuvieran sobre los desvalidos habitantes del lugar. Pero no todo iban a ser inconvenientes para los heroicos guerreros del juego: ahora contaban también con la ayuda de un espíritu bueno: el de la joven y bella Su-Ling, previa víctima del malvado Wu-Feng que regresaba del mundo de los muertos para aliarse con los monjes que defienden el que fue su hogar.

Despliegue inicial con el Portal Lunar en el centro y los receptáculos para los cristales
en las esquinas. Arriba a izq. y der. pueden verse el tablero-refugio para los aldeanos
y el cementerio respectivamente.
En la práctica, toda esta bonita historia se traduce de la siguiente forma en el tablero: se coloca la miniatura del Portal Lunar en la loseta central y tres fichas de aldeanos al azar en cada una de las demás losetas, siendo solamente visibles las fichas superiores de cada apilamiento. Los nuevos fantasmas devoradores (también hay nuevas encarnaciones de Wu-Feng) se integran en el mazo original, que se baraja a conciencia (la cantidad de cartas que formará el mazo de fantasmas sigue siendo la misma que en el juego básico, por lo que se retirarán ahora sin mirar más cartas que antes). En cada una de las esquinas del tablero se sitúan cuatro piezas de cartón en forma de cuña que sostienen otras tantas columnas o receptáculos para las “piedras lunares”, cuyo uso veremos enseguida.

Algunos de los nuevos elementos de la expansión: la figura de plástico
y el indicador de cartón de Su-Ling, los cristales lunares, y los objetos
que otorgan los aldeanos salvados.
El juego sigue siendo bastante similar al original, con la excepción de que los monjes taoistas pueden –e, idealmente, deberían, aunque no siempre es fácil– salvar aldeanos transportándolos con su movimiento –a razón de un aldeano cada vez– a la loseta donde está el portal y enviarlos a través de él como acción. Los aldeanos se estructuran en familias de 1 a 3 componentes y, si los jugadores salvan a una familia entera, reciben como agradecimiento un objeto especial con habilidades y ventajas especiales. Pero atención, porque, por el contrario, si un aldeano muere, provocará un efecto negativo en el juego que puede ser desde la pérdida de un objeto Tao hasta la aparición de una encarnación de Wu-Feng extra e inmediata. Además, si llegan a perderse doce aldeanos, la partida también acabará con la victoria del malvado hechicero. Y os aseguro que es muy fácil que fallezcan aldeanos: el que quede encantada la loseta en la que están, los fantasmas devoradores o el que los habitantes del pueblo se vean obligados a huir cuando aparece una figura de fantasma y no tengan sitio al que hacerlo, causará su trágica desaparición.

Mientras la figura de Su-Ling permanezca en esa posición, el fantasma
no puede avanzar y encantar la loseta. Además, los jugadores pueden
colocar un cristal lunar en el receptáculo de la esquina.
Pero ahora veamos lo bueno que tiene White Moon para los jugadores: la ya anunciada inclusión del personaje de Su-Ling, representado también por una figurita de plástico. Cada vez que una loseta quede encantada, que muera un aldeano o que se lance el dado de maldición, el jugador en turno tendrá la ocasión, cuando haya realizado todas las demás acciones, de colocar la figura de la chica sobre cualquier tablero, frente a un fantasma. Mientras permanezca allí, Su-Ling frenará a la malvada entidad y evitará que utilice sus habilidades: dicho ser de ultratumba no podrá maldecir, encantar ni devorar aldeanos. Aún más: si la figura de Su-Ling es situada junto a una de las esquinas con receptáculos, los jugadores podrán situar sobre ella un cristal lunar. Si lo hacen en los cuatro receptáculos, el juego se detiene y tiene lugar una fase especial en la que cada jugador puede realizar un ataque de cuatro dados contra los fantasmas de su tablero. A este ataque especial se podrán sumar también los cristales lunares (hasta su máximo de cuatro), que tanto en esta fase como si aparecen en solitario a lo largo de la partida equivalen a una tirada de dado con un resultado de círculo blanco (comodín).

Estamos ante uno de los escasos casos en que una expansión para un juego aporta elementos verdaderamente novedosos e interesantes y no se limita a ser un sacacuartos que intenta aprovechar el éxito de un su antecesor: las reglas de White Moon rompen en gran medida la relativa monotonía de la que se podría acusar a Ghost Stories, aportan una nueva dificultad/reto en la forma de las fichas de aldeanos, y proporciona un poderoso aliado para los jugadores con la inclusión de Su-Ling y una gran ayuda y motivación con los cristales lunares. La recomiendo a quien tenga el juego original y no la haya probado.
Arriba: tablero en donde se dejan los aldeanos salvados; abajo: el
cementerio. Si se llenan todas sus casillas, los jugadores pierden.

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