domingo, 26 de febrero de 2012

Ora et Labora

El alemán Uwe Rosenberg es sin duda uno de los más reconocidos diseñadores de juegos de Europa de los últimos años, especialmente desde que deslumbrara a la afición con su popularísimo Agrícola en 2007. Un servidor figura entre la larga lista de aficionados que se enamoró de ese juego –quizá incluso atípico en mi ludoteca– y que, desde entonces, ha seguido con interés los trabajos de Uwe: Le Havre, un año después, me gustó casi tanto como el anterior juego, y At the Gates of Loyang (aparecido en 2009, aunque es anterior a Agrícola) también me entretuvo bastante. Algo más flojito me pareció Merkator, de 2010, único de todos estos títulos que no he conservado. En la pasada feria de Essen 2011, Uwe presentaba, de la mano de Z-Man GamesOra et Labora que, por supuesto, también he adquirido.

Con la partida ya avanzada y los jugadores extendiendo sus terrenos, la mesa de juego
empieza a llenarse. En la parte central izq., los edificios disponibles para su adquisicion.
Resumen
En la línea habitual de otros trabajos de este creador –eurogames de mercadeo y construcción– y con ciertas similitudes con Le Havre, el nuevo título de Rosenberg pone de 1 a 4 jugadores a la cabeza de un monasterio que, mediante el comercio, la ganadería y la agricultura, busca expandirse y atraer muchedumbres a sus cercanías para así dar forma a una productiva y habitada región. Cada jugador parte con un pequeño tablero básico con edificios, bosques y pantanos que le proveerán de algunos productos esenciales como el grano, la madera o la turba. En cada turno, los participantes podrán elegir entre tres posibles acciones:
El jugador azul ya ha empezado a ampliar sus terrenos y a construir nuevos edificios
y asentamientos. En la parte inferior podemos ver sus actuales productos y recursos.
-Colocar uno de sus tres peones en un edificio de su propiedad o el peón de otro jugador en un edificio de éste (pagándole), lo cual activa la habilidad de dicho edificio. Los peones se pueden recuperar al comienzo de un turno en el que todos estén situados en edificios.
-Talar un bosque para obtener madera o extraer turba de un pantano (ambas acciones eliminan la carta correspondiente del tablero y dejan el terreno libre para futuras construcciones).
-Construir un edificio de entre la oferta existente en la mesa (y que se va ampliando conforme avanza el juego) pagando su precio (materiales o dinero).
Además de todo esto, los jugadores pueden aumentar sus terrenos comprando nuevas parcelas en las que ubicar edificios, habiendo terrenos específicos de costa, montaña o colina en los cuales sólo se pueden erigir determinadas construcciones

La rueda
Elemento central en Ora et Labora y nuevo en los juegos de Uwe Rosenberg es la rueda de productos: un círculo de cartón en el que se ubican fichas de madera que se corresponden con cada una de las materias básicas (arcilla, piedra, ganado, monedas…) que los jugadores pueden gestionar. Una especie de maneta o aguja que avanza cada turno (el círculo está dividido en segmentos) hace variar la cantidad disponible de cada producto que los jugadores pueden obtener –previo uso de un edificio o de una carta de bosque/pantano–, de manera que, cuanto más lejos esté una ficha de la maneta, mayor cantidad de ese producto dará (una vez un jugador lo coge, la pieza de madera vuelve a cero). Este elemento del juego sirve además como contador de turnos, acabando la partida estándar cuando se le da dos vueltas (25 turnos). En determinados momentos, cuando la maneta alcance la casilla correspondiente, también entrarán en juego nuevas cartas de edificios y se podrá construir asentamientos, que otorgan puntos de victoria extras al final de la partida en función de los edificios que tengan adyacentes.

Como es habitual en estos juegos, el ganador de la partida será aquel que tenga la mayor puntuación al final del juego, obteniéndose esta en función de los puntos que otorgan los edificios, los asentamientos, y una serie de fichas tanto de productos refinados como vino o whiskey como de objetos más elaborados entre los que podemos encontrar cerámica, ornamentos o reliquias. Otras fichas proporcionan también comida o energía, necesaria tanto para construir los asentamientos como para el uso de ciertos edificios (horno, matadero, etc, etc)

Ora et Labora presenta además dos variantes o “ambientaciones”, con pequeñas diferencias en los elementos que se usan entre ellas: Francia e Irlanda.

Las habilidades de los edificios se expresan gráficamente, como es habitual  en muchos
eurogames. Las cartas con una casita azul en su parte superior derecha son asentamientos.
Valoración
Sin llegar a sorprenderme tanto como lo hicieran en su día Agrícola y Le Havre –al fin y al cabo, se reconocen mecánicas y elementos similares que ya no resultan novedosos, aunque siempre efectivos–, Ora et Labora me ha parecido un juego muy divertido, con una ambientación simpática y una estética agradable y colorida (obra una vez más de Klemens Franz) en el que sólo se echan de menos los habituales “meeples” (figuras de madera) típicos de otros juegos de Uwe Rosenberg. Sorprende también un poco el pequeño tamaño de las cartas, pero se entiende cuando uno ve los territorios de todos los jugadores extenderse por todas partes de la mesa. Como única pega le pondré una habitual en mí: que no tengan cabida más jugadores. Sé que me repito, pero es así: me gustan los juegos en los que pueden jugar muchas personas. ¿Qué menos que cinco? Por cierto, la versión en castellano está a punto de aparecer por cortesía de HomoLudicus.

(Gracias por las fotografías a Agustín Peris)

2 comentarios:

  1. Creo que el próximo juego de mesa que compraré será Agrícola. Gracias por esta reseña, estaré atento a la edición en castellano de Ora et Labora.

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  2. Pues será una muy buena adquisición ;)

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