El mes pasado reseñaba Caylus destacándolo como uno de los pilares del eurogame, y aquí
tenemos otro juego que no le anda a la zaga: Puerto
Rico, publicado en 2002 por la casa alemana Alea, no es sólo uno de los más populares títulos
de su género, sino también uno de los pioneros de esa modalidad y posiblemente
el primero, o uno de los primeros, en inaugurar la larga lista de juegos que
llevan en su título el nombre de un país, de una ciudad o de una isla.
En mi caso particular, este trabajo de Andreas Seyfarth sí fue mi uno de mis primeros
contactos con los eurogames, al menos de una manera consciente (creo que antes
ya tenía el Cuba). Bien es cierto que
no lo compré nada más aparecer, sino cuando se comercializó la edición española
de Devir en 2008 o poco más tarde.
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En nuestro tablero de jugador emplazaremos nuestros edificios, plantaciones y canteras |
Puerto Rico nos pone una vez más en la piel
de empresarios, terratenientes o hacendados, naturalmente, en plena época de
colonización del país que le da título (siglos XVI-XVII). Pueden participar
hasta cinco jugadores, y cada uno de ellos recibe un tablero idéntico –que
representa San Juan y sus alrededores– con espacio para 12 edificios y 12
plantaciones, así como para depositar el dinero, los puntos de victoria y las
mercancías. En el centro de la mesa, al alcance de todos, se coloca un tablero
común que alberga los edificios que se pueden comprar y el banco.
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Los roles disponibles y la tarjeta de Gobernador |
Se empieza la partida con un jugador escogido
al azar que recibe la tarjeta de Gobernador.
Comenzando por ese jugador, y siguiendo con el resto de sus compañeros de
izquierda a derecha, todos elegirán uno de los posibles roles del juego (hay
seis básicos para tres jugadores más dos extras que se añaden con cuatro y
cinco participantes). Cada carta de personaje
nos permitirá realizar una acción, pero, atención, porque al elegir a ese
personaje, también les estaremos dando a nuestros contrincantes la posibilidad
de usarlo, con lo que es importante considerar nuestra elección y sopesar si
nos va a ser más beneficiosa a nosotros o a nuestros rivales. Eso sí: el
jugador que elige una carta de personaje siempre recibe una pequeña ventaja
extra por haberlo hecho. Cuando todos los jugadores han elegido carta (y, por
lo tanto, sus compañeros han tenido también la oportunidad de usarla), se acaba
el turno y se pasa la carta de Gobernador/Jugador inicial a la persona de la
izquierda del Gobernador actual.
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Tablero central con los edificios y el banco |
Los personajes básicos son el Alcalde, el Mercader,
el Capataz, el Colonizador,
el Constructor y el Capitán.
Con más de tres jugadores entran en juego los Buscadores
de oro, que conceden una moneda únicamente al jugador que los elige (es
el único personaje que no pueden aprovechar el resto de jugadores). Cada uno de
estos roles nos va a permitir una acción concreta dentro del proceso de
producción que entraña el juego y que va a ser nuestro cometido principal:
deberemos conseguir plantaciones, gente que las trabaje, explotar sus recursos
y, finalmente, exportarlos para recibir los preciados puntos de victoria.
También tenemos a nuestra disposición una serie de edificios
que podremos erigir y que nos aportarán variadísimas ventajas. Hay que saber escoger
bien tanto nuestro personaje como los que les dejamos a los demás, de los que
siempre vamos a intentar poder aprovecharnos. Por ejemplo, el Alcalde trae
nuevos “colonos” (nosotros siempre bromeamos sobre estos personajes por lo
sospechoso de su color…) del barco de colonos que se reparten equitativamente
entre los jugadores, y, además, recibe un colono extra. Los colonos son
esenciales para poder usar plantaciones, canteras y edificios ya que, si no los
hay en ellos (los círculos blancos que vemos en las losetas), no pueden hacerse
funcionar. El Mercader puede vender a la Casa de Comercio, obteniendo una
moneda extra por su venta, el Constructor puede construir un edificio por un
doblón menos, etc, etc. El personaje más decisivo es quizá el Capitán, pues es
el que nos permite embarcar mercancías en alguno/s de los barcos disponibles y
obtener a cambio los preciados puntos de victoria. Sólo se puede embarcar una
mercancía (color) cada vez, en cualquier cantidad dentro del límite de las
bodegas, y no puede haber dos barcos con la misma mercancía. En esta fase es
esencial calcular bien nuestra jugada para poder cargar más barriles que los
demás y para no perder ninguno, pues de los que nos sobren al final sólo
podremos conservar uno hasta que consigamos edificios especiales como el Muelle
o el Almacén. Los jugadores alternan la carga de mercancías hasta que ya no más
es posible, y los barcos completos zarpan y se vacían.
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Barcos, Casa de comercio y fichas de puntos de victoria |
El final de la
partida se puede producir por tres circunstancias: se agotan los colonos
y no es posible rellenar el barco de colonos en la fase del Alcalde (la más
común), se agotan los puntos de victoria disponibles, o un jugador rellena sus
doce casillas de ciudad con edificios. Nótese que la cantidad de colonos y
fichas de puntos de victoria varía conforme al número de participantes. En este
momento, los jugadores revelan estas fichas (que se mantienen ocultas cuando se
ganan) y suman los puntos proporcionados por sus edificios. Cinco edificios
concretos que ocupan doble espacio en el tablero de jugador otorgan
bonificaciones extra en función de nuestros colonos, edificios, plantaciones,
etc.
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Variantes y reediciones de Puerto Rico |
Un juego muy ameno, razonablemente sencillo, y
visualmente agradable (pese a que las fichas de edificio no tienen
ilustración alguna en la primera versión) que sin duda propondría como
candidato ideal para escoger si alguien no iniciado en los eurogames me
preguntara por uno para empezar. Por supuesto, con sus ya trece años de
existencia,
Puerto Rico cuenta con
variantes (el juego de cartas
San Juan),
expansiones, una edición especial 10º aniversario y una reedición del pasado
2012 con….. Lo considero obligatorio en cualquier ludoteca moderna. El único pero
que le pongo es que le echo en falta media horita más de duración (teóricamente
dura 150 minutos, pero muchas veces no llega a tanto), y que no tiene demasiada
variedad y puede cansar un poco jugarlo seguido, especialmente con jugadores
que repiten siempre las mismas mecánicas y estrategias tan infalibles como
hastiantes.
Puerto Rico he tenido la ocasión de jugarlo unas dos veces, y lo considero un juego de gestión avanzado, si bien, creo, no es difícil de jugar, pero si de cogerlo al principio y saber por donde tirar con tus acciones.
ResponderEliminarAl igual que Agrícola, que éste ya es desbordante a cuanto a cosas a poder hacer. Para una o dos veces que también lo probé, también fue una locura.