Título: Runebound
(3ª edición)
Año: 2015
Autor: Lukas Litzsinger
Diseño gráfico: WiL Springer
Editor: Fantasy Flight Games
Duración aprox.: 3 horas
Jugadores: 2-4
Dificultad: 2/5
Dependencia del idioma: Existe edición en
castellano de Edge Entertainment
Tercera edición de este título ya
clásico de Fantasy Flight. No he jugado a las anteriores, así que en ese
sentido no puedo compararlas. Se ambienta en el mundo fantástico de Terrinoth
propio de esta marca, y en el que transcurren otros juegos como Runewars o Descent, por ejemplo.
Los jugadores encarnan a
aventureros que tienen como cometido final acabar con alguna amenaza que se
cierne de manera ominosa sobre las inmediaciones, y que dependerá del escenario
elegido, pero que invariablemente será alguna suerte de personaje o criatura
malévola de entre las habituales en las historias de fantasía medieval:
dragones, nigromantes, arañas gigantes y clichés semejantes. Para hacerlo
dispondrán de una serie de turnos para prepararse, equiparse, entrenar y hacer
misiones por el mapa con el fin de ponerse a la altura del temible adversario
al que deben hacer frente. Cada misión tiene mazos de cartas específicos que
ayudan a ambientarla y proporcionan variedad a las partidas.
Cada jugador elige una figura, su
hoja de personaje y su equipo inicial (dinero, cartas y fichas), y sitúa dicha
miniatura en el mapa. Nuestros valientes héroes tienen cada uno características
diferentes que podrán usar en determinados momentos de la partida: habilidades
especiales en combate, repetición de tiradas, etc.
Durante su turno, un personaje
tiene normalmente tres acciones, a elegir entre mover, entrenar, curarse,
comprar/vender en una ciudad o iniciar una aventura (que cuesta dos acciones).
Esta última opción es la principal del juego, y debemos realizarla en una de
las casillas con la ficha indicada. Según el color, tendremos opción a tres
tipos de aventura: combate, exploración o prueba de habilidad. Robaremos la
carta del mazo correspondiente y seguiremos sus instrucciones.
Entre las curiosidades de Runebound están su sistema de
movimiento/exploración y el combate. El primero se hace con unos dados exclusivos,
y el segundo mediante simpáticos “tazos”. Cuando una figura quiere mover, tira
tantos dados como su velocidad –la estándar es tres–. Los dados tienen
pegatinas que se corresponde a uno o varios de los terrenos del tablero, más un
símbolo ignoto que es un comodín. Los resultados obtenidos serán los hexágonos
de terreno a los que nos podremos mover.
El combate con fichas, algo que
ya incorporan otros juegos recientes, es como sigue: el jugador lanza esas
fichas al aire, y el oponente hace lo mismo (de los enemigos que puedan
aparecer en las misiones, así como del malo final, se ocupa otro jugador, que
debe poner todo su empeño en perjudicar a su rival), pudiendo usar las caras resultantes que hayan caído a la mesa. Cada una de estas tiene un posible resultado: daño físico, daño mágico, bloqueo de daño, poderes
especiales, duplicar otro tazo o cambiar un tazo de cara u obligar al enemigo a
relanzarlo. Los tazos también determinan la iniciativa en el combate. Los
contendientes alternan acciones en la lucha, eligiendo uno u otro tipo de
fichas para usar, causando o evitando daño, y continuando hasta que uno de los
dos es derrotado o el héroe decide huir (cosa que no se puede hacer con el
enemigo final).
Aunque Runebound no es exactamente un juego colaborativo, los jugadores
tienen un objetivo común, que es cumplir la misión, pero sólo uno de ellos
puede ganar. De hecho, aunque no hay interacción directa entre los héroes, ya
hemos vistos que otro jugador se encargará de representar a los enemigos.
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Los tres mazos de aventura |
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Cartas de equipo |