lunes, 23 de julio de 2018

Konigsberg

Título: Konigsberg: The Soviet Attack on East Prussia, 1945
Año: 2018
Autor: Stefan Ekström
Diseño gráfico: Joe Youst
Editor: Revolution Games
Duración aprox.: 10 horas
Jugadores: 2
Dificultad: 2/5
Dependencia del idioma: Baja (reglamento y tablas)

La primera versión de este juego (Königsberg '45) apareció en 2011 de la mano de la empresa de sus diseñadores, la sueca Three Crowns Games. Posteriormente fue anunciada su reedición por parte de MMP, estuvo varios años esperando a logar 560 pre-pedidos (el estándar en la casa estadounidense) y, cuando por fin llegó a dicha cantidad, la editora anunció que no lo produciría, algo que nos sorprendió a todos los que lo estábamos siguiendo y esperando. Afortunadamente, Revolution Games se hizo cargo de inmediato del proyecto, anunció que serían ellos quienes lo publicarían en formato ziplock en cuestión de un año, y cumplieron su palabra fielmente: el pasado abril ya estaba en los hogares de los compradores con su nuevo título, Konigsberg: The Soviet Attack on East Prussia, 1945.

Despliegue inicial

De esta batalla que personalmente no conocía –y que tuvo lugar en Prusia a principios de 1945, cuando el ejército alemán se estaba replegando y la “apisonadora” rusa le seguía barriéndolo sin piedad– me llamó la atención sus comparaciones con dos títulos que me gustan bastante, también de MMP: A Victory Lost y A Victory Denied. De hecho, Konigsberg usa el mismo sistema de esos dos wargames, en el que los jugadores extraen fichas de un recipiente, activando la división o grupo correspondiente o ejecutando el evento robado, y es cierto que se parece bastante y que mantiene también un reglamento y un tipo de juego sencillo pero emocionante. Hay, no obstante, una diferencia importante entre este nuevo juego y sus predecesores: mientras que en aquellos elegíamos –dentro de la cantidad límite dictada por el turno– las divisiones que podríamos activar en cada turno, aquí no lo hacemos así, y siempre van todas las disponibles al recipiente, lo que causa una mayor aleatoriedad en las activaciones, que no podemos prever (hay más de treinta fichas posibles, además de los eventos). En el caso del jugador alemán, que sólo puede usar unas pocas divisiones por turno, esto puede llegar a ser bastante angustioso.

Esta variante de la activación de divisiones tiene su lado bueno y su lado malo, depende de cómo se quiera mirar. Por un lado, no tenemos que devanarnos los sesos para ver qué unidades preferimos activar en cada turno, ya que no tendremos opción en ello. Por otro, esto puede significar tener agrupaciones totalmente inútiles e inactivas durante turnos. En este sentido, Konigsberg tiene su lado divertido, pero que también puede echar atrás a los que prefieran una estrategia más urdida y compacta y un mayor control sobre su ejército.

2º Frente Bielorruso (mediados de partida)

Por lo demás, este wargame mantiene un nivel de dificultad bajo y respeta casi todos los estándares de los juegos de este tipo con hexágonos. Hay que indicar que el terreno es bastante dificultoso y presenta muchos elementos diferentes, al contrario que los dos Victory comentados, en los que prácticamente sólo inciden los ríos y las ciudades. Aquí nos encontraremos con distintos tipos de poblaciones, fortificaciones, líneas defensivas, pantanos, bosques… lo cual modifica bastante el combate y el movimiento, como es de suponer.

Como ya he adelantado, en el recipiente también pueden aparecer algunos eventos aleatorios, lo que para mí da color al juego y algo de variedad. Los contrincantes también cuentan con elementos como el apoyo aéreo y el bombardeo artillero.

3º Frente Bielorruso (este), despliegue inicial

El alemán deberá defender las
ciudades a toda costa
(Fotografía de Enrique Blasco)
Como en tantísimos wargames, en Konigsberg hay un bando claramente defensor –el alemán–, que prácticamente debe esperar y posicionarse lo mejor posible (y que, además, tiene muy poca flexibilidad, pues su máximo de activaciones es de 5 por turno) y otro –el ruso– que avanza imparable, que es muy móvil y que puede tener hasta 10 activaciones por turno. Ambos ejércitos proponen, pues, un tipo muy diferente de juego y de estrategia a quien los dirija, el primero más pasivo y limitándose básicamente a llenar huecos y a intentar frenar al adversario quien, por el contrario, debe intentar abrirse paso lo más rápidamente posible para hacerse con las ciudades clave que dan la victoria a uno u otro bando antes de que finalicen los diez turnos de juego. Hay 14 de estas, y la cantidad que quede en posesión  de cada nación determina el tipo de victoria y el ganador. La mitad exacta se supone que es la victoria histórica. También es posible la habitual “muerte súbita” si caen Konigsberg o Elbing antes del final de la partida.

Como valoración final, decir de este que es un wargame sencillo, barato, relativamente fácil (aunque puede ser un poco farragoso para principiantes) y que ofrece esa arma de doble filo que es el no poder elegir las divisiones a activar cada turno. Si tengo que elegir, creo que prefiero los dos Victory, pero aun así, este Konigsberg me parece también un producto muy digno.

Las 14 ciudades (señaladas con fichas rojas) son el objetivo de las tropas rusas.

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