Interesante y curioso proyecto el que nos
propone Turning Poing Simulations: crear una colección de juegos de tablero
basándose en el libro Twenty Decisive
Battles of the World, de Joseph
B. Mitchell y Edward Creasy, y escogiendo cada uno de los conflictos del
volumen para trasladarlo al mundo del wargame. Cada título está diseñado por un
autor diferente y no reúne necesariamente un reglamentos común o genérico con
el resto. La única premisa que compartirán todas las entregas será su
sencillez, tanto en presentación como en complejidad. Está programado que la gama
se complete a lo largo de cinco años, a razón, pues de cuatro juegos por año,
existiendo un vigésimo primer título extra para aquellos que compren la
colección completa de golpe.
Los cuatro primeros juegos en aparecer este
2012 han sido o van a ser The Battle of
Tours, Joan of Arc´s Victory, Poltava´s
Dread Day y este The Battle of Stalingrad que ya está
en mis manos, creado por Hjalmar Gerber. Es en realidad el nº 20 de la
colección, ya que están ordenados cronológicamente, aunque no en orden de
aparición.
Tablero,
componentes y presentación
Para los que no lo sepan, Turning Point
Simulations pertenece a los editores de la revista especializada Against the Odds y, ciertamente, esta
nueva colección de 20 batallas decisivas casi se puede considerar una especie
de variante algo más lujosa de los juegos que acompañan a la mencionada
publicación. The Battle of Stalingrad se presenta en un curioso formato: una bandeja de
plástico negro semiduro con compartimentos para las fichas, con una tapa también
de plástico pero transparente para cubrirla. Sobre esta, una cubierta en papel
con la ilustración de portada y extendiéndose a la contraportada, y un precinto
que, una vez abierto, deja la anterior hoja suelta. Dentro de la bandeja/caja
encontramos el resto de componentes del juego: reglamento, dados, fichas a
destroquelar y varias láminas para organizar los ejércitos y los turnos.
El mapa es muy sencillo y pequeñito, de tan sólo
28 x 43 cm, sobrio pero efectivo en lo que a estética se refiere y, además,
montado en cartón duro. A pesar de todo, la mesa de juego acaba bastante llena
al desplegarse las tres láminas tamaño folio de las que dispone cada uno de los
jugadores. Las fichas de unidades son funcionales antes que especialmente
bonitas. Sorprende que el ejército alemán y sus aliados vengan en un color
blanco, en lugar de su habitual gris (¿cuestión de economizar?). Una vez más,
nos encontramos con que la bandera nazi ha sido censurada, algo que me parece muy
lamentable en juegos que presumen de rigurosidad histórica.
Las dos plantillas para organizar el ejército soviético |
Organización
y movimiento
El juego propiamente se adapta a la premisa de la
serie de ofrecer wargames de reglamento y mecánicas sencillos. Al principio
parece lo contrario, y las reglas asustan con las advertencias iniciales, pero
en general es fácil de entender para cualquier persona que haya jugado a algún
juego de este tipo. Personalmente me chocan algunas características más
atípicas o que yo había visto menos, como que la composición de las unidades y
su fuerza de combate se lleven aparte en unas hojas que se mantienen en
secreto. Así, en el mapa vemos las unidades de cada jugador con sus factores de
movimiento (hay varios), pero no sabemos su fuerza real ni los efectivos que
las apoyan (tanques, artillería, etc) hasta que combatimos con ellas. Esto
obliga a los jugadores a estar consultando las mencionadas plantillas
constantemente, y puede ser la única y pequeñísima traba que tiene el juego,
que quizás pierda un poco de agilidad por ello.
Debido al modesto tamaño del tablero, no hay una
cantidad exagerada de fichas sobre él, más aún cuando se suelen apilar unas con
otras para constituir grupos más fuertes. El movimiento sobre el mapa es
también muy limitado, existiendo básicamente dos factores diferentes según se
vaya a mover de manera normal, o según se vaya a atacar, salir o entrar en zona
de control o en terreno dificultoso (básicamente ríos). El jugador alemán
dispone de un tercer factor de movimiento que puede utilizar dentro de la zona sombreada
en gris en el tablero. Algo más complicado resulta el movimiento entre éste y
una serie de casillas especiales que representan zonas geográficas fuera del
mapa como el Cáucaso.
Hoja para el soviético con el contador de turnos, refuerzos, reserva, etc... |
Combate, objetivo y valoración
El combate es también bastante estándar: ambos
bandos suman la fuerza de las unidades que se encuentran en un mismo
hexágono, añadiendo también la de sus efectivos. Se divide la fuerza del
atacante por la del defensor y el resultado nos da la tabla en la que los dos
mirarán (es decir, el defensor también responde). La única diferencia es que
cada uno mirará en la fila correspondiente a la fuerza de sus unidades. Se
aplican algunos modificadores como cruzar río, luchar en ciudad o la existencia
de artillería antitanque, aunque éstos sólo afectan a los efectivos, nunca a
las unidades propiamente (otra curiosidad del juego).
Hacia el final de nuestra partida, los alemanes se acercan a Stalingrado,
mientras que los rusos se aprestan a defenderla.
|
Mencionar también que hay una ligera diferencia
entre la secuencia de juego de rusos y alemanes, recibiendo refuerzos y
reemplazos antes de mover y atacar los primeros, y haciéndolo tras haber movido
y combatido los segundos.
Como valoración final, decir que este The Battle of Stalingrad es un wargame
sencillo y chulo que puede servir casi hasta para iniciarse en esta variante
lúdica. Se puede jugar en una tarde, y personalmente sólo echo de menos una
presentación algo más trabajada, principalmente en el mapa y en la “caja” en la
que viene el juego. Hubiera preferido una de cartón, pero hay que entender y
asumir lo humilde de muchos de estos proyectos de un mundo tan minoritario como
es el wargame. Aún con todo, voy a seguir en un primer momento la colección, y
hasta es posible que la complete.
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