jueves, 17 de mayo de 2012

Troyes

Tomando una vez más el nombre de una ciudad, la francesa Troyes, y ambientándola en su época de mayor prosperidad, entre finales de la Edad Media y principios del Renacimiento, los diseñadores Sébastien Dujardin, Xavier Georges y Alain Orban, apadrinados por Z-Man Games, presentaban este juego en Essen 2010 con gran éxito debido a su curiosa propuesta que constituía una interesante variante de la habitual mecánica de worker placement: en este caso, aunque también se sitúan peones sobre el tablero, tienen gran protagonismo toda una serie de dados de colores que se utilizan de forma un tanto diferente y más original a la que estamos acostumbrados. El artista Alexandre Roche fue, finalmente, el encargado de dotar de un aspecto simpático y apropiado a las ilustraciones de cartas y tablero, obviamente imitando la estética medieval, pero con un colorido más de nuestros días.

El colorido tablero de Troyes, con las cartas de evento en la parte inferior
La acción del juego se centra pues en la gestión de la ciudad por parte de hasta cuatro posibles participantes. Aunque cada uno de ellos intenta acumular el mayor número de puntos de victoria para resultar ganador, en algunos momentos deben colaborar entre ellos para derrotar a los enemigos de la urbe y afrontar las adversidades que puedan aquejarla.

Parte esencial del tablero son tres edificios principales: el Ayuntamiento, el Obispado y el Cuartel. Los jugadores van colocando en ellos a sus peones y, en función de los que tengan, reciben un número de dados del color correspondiente. Estos últimos se corresponden con las categorías específicas de cada edificio, obviamente: civil / político (amarillo), religioso (blanco) y militar (rojo), respectivamente. A comienzos de cada turno, los jugadores lanzan los dados que les correspondan y los colocan en su sección de la plaza central. Estos dados los podrán adjudicar durante el turno a diversas funciones en el tablero, normalmente teniendo que respetar los resultados obtenidos (es decir, no se vuelven a lanzar al usarlos, excepto en unas pocas excepciones).

Los dados de cada jugador en la plaza central
Primeramente, la ciudad deberá afrontar Cartas de Evento. Éstas representan no sólo guerras y conflictos físicos, sino también crisis religiosas y políticas y problemas que en general afectan a toda la urbe. A continuación los jugadores alternan una acción cada uno hasta que ya no queden dados en el tablero, momento en que termina el turno. Para cada acción, los jugadores podrán usar de 1 a 3 dados tanto suyos como de sus rivales, ya que pueden comprárselos. Los dados podrán adjudicarse a las Cartas de Actividad, a la agricultura, a la catedral, a cada uno de los edificios principales y, por supuesto, a las Cartas de Evento. Por regla general se cogen dados de un mismo color y se aplican a opciones también de este color. Por ejemplo, los dados para agricultura son amarillos, los de la catedral son blancos, y los rojos se usan normalmente para combatir. El lugar al que adjudiquemos los dados proporcionará normalmente un divisor, y la suma total de los dados dividida por ese número será las veces que podremos hacer esa acción. Por ejemplo, la opción de la agricultura te permite destinar hasta tres dados amarillos a ella para recibir dinero. La cantidad total que suman los dados empleados se divide por dos, y ese es el capital que recibes. Las Cartas de Actividad funcionan de manera parecida, concediéndonos una serie de habilidades específicas de su grupo o color. Esta es sin duda una de las características propias de Troyes algo más difíciles de entender para el jugador que se inicia en él.

Interpretar los iconos de las cartas es una de las dificultades del juego
Situar nuevos peones en los edificios funciona de una manera diferente: se coge un dado del color del edificio al que se quiere entrar, y se sitúa la figura en la casilla o línea con el número que muestre ese dado, lo que invariablemente supone expulsar al jugador que lo ocupaba hasta entonces. Al utilizar dados con las Cartas de Eventos, lo que haremos será emplear cubitos de nuestro color para tapar las casillas que éstas tienen. Cuando todas las casillas de una carta están ocupadas por cubitos de los jugadores, la carta se elimina, y los jugadores reciben puntos de victoria. Ocupar estos espacios –así como otras acciones– también proporciona puntos de prestigio, que nos sirven para comprar nuevos peones y para modificar los resultados de los dados. Por último, aunque en realidad se hace lo primero en el turno, para combatir a los dados negros que traen las Cartas de Evento, y que representan enemigos de la ciudad, también se utilizan dados de nuestro sector de la plaza, sólo que en este caso los dados militares  – rojos– valen el doble.

Es interesante mencionar que existe un quinto jugador neutral de color gris que rellena los huecos que puedan quedar en los edificios principales, y que ocupa también un lugar en la plaza con los dados que aquéllos le han concedido, y que los demás jugadores también pueden comprar. Las piezas grises también pueden intervenir merced a diversos eventos que les hacen ocupar espacios en sitios del tablero como la Catedral, Cartas de Evento, etc.

Ejemplo de cartas de evento. Los jugadores sitúan cubos para eliminarlas
En resumen, estamos ante un juego que yo no calificaría de absolutamente innovador, pero sí con ciertos aspectos bastante originales, que es a la vez lo que lo hace interesante y lo que lo puede hacer más complicado por lo atípico de algunas mecánicas. A esta dificultad hay que sumarle lo que cuesta interpretar los iconos de algunas de las Cartas de Actividad: como siempre, con el objetivo de hacer Troyes accesible a aficionados de todo el mundo, las acciones y posibilidades del tablero y las cartas se representan con gráficos explicativos, pero que en este caso a veces cuestan bastante de entender. Es lo que pasa con la obsesión por la “independencia del idioma” en los juegos: al final tienes que acabar estudiando criptología (tranquilos, que hay una hoja que explica todas las cartas)… Por lo demás, es ameno, con fases lo suficientemente variadas, estéticamente agradable y plagado de dados (¡me encantan!).

La partida acaba después de una serie de turnos (6 con 4 participantes) y los jugadores cuentan entonces los puntos de victoria que han acumulado, tanto en forma de fichas a través de diversas opciones durante la partida, como con los peones que han situado en Cartas de Actividad, como los conseguidos con el personaje secreto que todos reciben al principio. También es posible perder puntos si tu color no tiene la suficiente presencia en la catedral… por impío…

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo en el tema de los simbolitos; los juegos los hacen independiente del idioma... de idiomas conocidos, porque al final te tienes que aprender el idioma del juego, con todos sus putos símbolos.

    Por lo demás, sólo he jugado 2 veces, y tienen un algo que no me termina de gustar... pero no sé exactamente que es, así que tendré que jugar hasta que lo descubra ;P

    Un saludo!

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  2. Es cierto lo de los símbolos. Hay convenciones más o menos generales y fáciles de entender, pero otras son ininterpretables. El juego que tengo yo atascado precisamente por esa causa es "Race for the Galaxy". Creo que no he visto uno con símbolos más complicados, aunque el Troyes se le acerca...

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