Tomando una vez más el nombre de una ciudad, la francesa Troyes, y ambientándola en su
época de mayor prosperidad, entre finales de la Edad Media y principios del
Renacimiento, los diseñadores Sébastien Dujardin,
Xavier Georges y
Alain Orban,
apadrinados por
Z-Man Games, presentaban este juego
en Essen 2010 con gran éxito debido a su curiosa propuesta que constituía una
interesante variante de la habitual mecánica de
worker placement: en este caso, aunque también se sitúan peones
sobre el tablero, tienen gran protagonismo toda una serie de dados de colores
que se utilizan de forma un tanto diferente y más original a la que estamos
acostumbrados. El artista
Alexandre Roche fue, finalmente, el encargado de dotar de un
aspecto simpático y apropiado a las ilustraciones de cartas y tablero,
obviamente imitando la estética medieval, pero con un colorido más de nuestros
días.
|
El colorido tablero de Troyes, con las cartas de evento en la parte inferior |
La acción del juego se centra pues en la
gestión de la ciudad por parte de hasta cuatro posibles participantes. Aunque
cada uno de ellos intenta acumular el mayor número de puntos de victoria para
resultar ganador, en algunos momentos deben colaborar entre ellos para derrotar
a los enemigos de la urbe y afrontar las adversidades que puedan aquejarla.
Parte esencial del tablero son tres edificios
principales: el Ayuntamiento, el Obispado y el Cuartel. Los jugadores van
colocando en ellos a sus peones y, en función de los que tengan, reciben un
número de dados del color correspondiente. Estos últimos se corresponden con
las categorías específicas de cada edificio, obviamente: civil / político
(amarillo), religioso (blanco) y militar (rojo), respectivamente. A comienzos
de cada turno, los jugadores lanzan los dados que les correspondan y los
colocan en su sección de la plaza central. Estos dados los podrán adjudicar
durante el turno a diversas funciones en el tablero, normalmente teniendo que respetar los resultados obtenidos (es decir, no se vuelven a lanzar al usarlos, excepto en unas pocas excepciones).
|
Los dados de cada jugador en la plaza central |
Primeramente, la ciudad deberá afrontar Cartas
de Evento. Éstas representan no sólo guerras y conflictos físicos, sino también
crisis religiosas y políticas y problemas que en general afectan a toda la
urbe. A continuación los jugadores alternan una acción cada uno hasta que ya
no queden dados en el tablero, momento en que termina el turno. Para cada
acción, los jugadores podrán usar de 1 a 3 dados tanto suyos como de sus
rivales, ya que pueden comprárselos. Los dados podrán adjudicarse a las Cartas de
Actividad, a la agricultura, a la catedral, a cada uno de los edificios
principales y, por supuesto, a las Cartas de Evento. Por regla general se cogen
dados de un mismo color y se aplican a opciones también de este color. Por
ejemplo, los dados para agricultura son amarillos, los de la catedral son
blancos, y los rojos se usan normalmente para combatir. El lugar al que
adjudiquemos los dados proporcionará normalmente un divisor, y la suma total de
los dados dividida por ese número será las veces que podremos hacer esa acción.
Por ejemplo, la opción de la agricultura te permite destinar hasta tres dados
amarillos a ella para recibir dinero. La cantidad total que suman los dados
empleados se divide por dos, y ese es el capital que recibes. Las Cartas de Actividad
funcionan de manera parecida, concediéndonos una serie de habilidades
específicas de su grupo o color. Esta es sin duda una de las características
propias de Troyes algo más difíciles
de entender para el jugador que se inicia en él.
|
Interpretar los iconos de las cartas es una de las dificultades del juego |
Situar nuevos peones en los edificios
funciona de una manera diferente: se coge un dado del color del edificio al que
se quiere entrar, y se sitúa la figura en la casilla o línea con el número que
muestre ese dado, lo que invariablemente supone expulsar al jugador que lo
ocupaba hasta entonces. Al utilizar dados con las
Cartas de Eventos, lo que haremos será emplear cubitos de nuestro color para
tapar las casillas que éstas tienen. Cuando todas las casillas de una carta
están ocupadas por cubitos de los jugadores, la carta se elimina, y los
jugadores reciben puntos de victoria. Ocupar estos espacios –así como otras
acciones– también proporciona puntos de prestigio, que nos sirven para comprar
nuevos peones y para modificar los resultados de los dados. Por último, aunque
en realidad se hace lo primero en el turno, para combatir a los dados negros
que traen las Cartas de Evento, y que representan enemigos de la ciudad,
también se utilizan dados de nuestro sector de la plaza, sólo que en este caso
los dados militares
– rojos– valen el doble.
Es interesante mencionar que existe un quinto
jugador neutral de color gris que rellena los huecos que puedan quedar en los
edificios principales, y que ocupa también un lugar en la plaza con los dados
que aquéllos le han concedido, y que los demás jugadores también pueden
comprar. Las piezas grises también pueden intervenir merced a diversos eventos
que les hacen ocupar espacios en sitios del tablero como la Catedral, Cartas de
Evento, etc.
|
Ejemplo de cartas de evento. Los jugadores sitúan cubos para eliminarlas |
En resumen, estamos ante un juego que yo no
calificaría de absolutamente innovador, pero sí con ciertos aspectos bastante
originales, que es a la vez lo que lo hace interesante y lo que lo puede hacer
más complicado por lo atípico de algunas mecánicas. A esta dificultad hay que
sumarle lo que cuesta interpretar los iconos de algunas de las Cartas de Actividad:
como siempre, con el objetivo de hacer Troyes
accesible a aficionados de todo el mundo, las acciones y posibilidades del
tablero y las cartas se representan con gráficos explicativos, pero que en este
caso a veces cuestan bastante de entender. Es lo que pasa con la obsesión por
la “independencia del idioma” en los juegos: al final tienes que acabar
estudiando criptología (tranquilos, que hay una hoja que explica todas las
cartas)… Por lo demás, es ameno, con fases lo suficientemente variadas, estéticamente agradable y plagado de dados (¡me encantan!).
La partida acaba después de una serie de
turnos (6 con 4 participantes) y los jugadores cuentan entonces los puntos de
victoria que han acumulado, tanto en forma de fichas a través de diversas
opciones durante la partida, como con los peones que han situado en Cartas de Actividad,
como los conseguidos con el personaje secreto que todos reciben al principio.
También es posible perder puntos si tu color no tiene la suficiente presencia
en la catedral… por impío…
Totalmente de acuerdo en el tema de los simbolitos; los juegos los hacen independiente del idioma... de idiomas conocidos, porque al final te tienes que aprender el idioma del juego, con todos sus putos símbolos.
ResponderEliminarPor lo demás, sólo he jugado 2 veces, y tienen un algo que no me termina de gustar... pero no sé exactamente que es, así que tendré que jugar hasta que lo descubra ;P
Un saludo!
Es cierto lo de los símbolos. Hay convenciones más o menos generales y fáciles de entender, pero otras son ininterpretables. El juego que tengo yo atascado precisamente por esa causa es "Race for the Galaxy". Creo que no he visto uno con símbolos más complicados, aunque el Troyes se le acerca...
ResponderEliminar