Sencillo y divertido juego de cartas diseñado
por Rüdiger Dorn y publicado por Amigo Spiele en 2006 (con ilustraciones del gran Michael Menzel) que toma como pretexto el de los
aventureros en busca de tesoros perdidos a lo Indiana Jones para plantearnos una
mecánica sencilla pero adictiva: hasta cinco jugadores compiten por diversas
reliquias de valor variado. Para ello, bajo la carta de cada una de ellas, se debe
poner un número de cartas de explorador iguales al número de joyas que muestra
el dibujo del tesoro. Alcanzado ese número, aquel jugador que haya puesto
la carta o cartas con un valor total superior, se lleva el premio. Así, hasta
que todas las cartas de ídolo tienen propietario.
Parece sencillo, ¿verdad? Pero no lo es
tanto: cada jugador dispone inicialmente de
doce cartas de su color numeradas del 1 hasta el 12, pero las cartas de todos
los participantes se barajan en un mazo común del que se va cogiendo al azar.
Así, uno puede perfectamente comenzar la partida con una mano en la que ninguna
de las cartas le corresponda y todas sean de otros jugadores. ¿Qué utilidad tiene
esto? Pues, sencillamente, que hay tesoros “malditos”, con gemas de color rojo
en lugar de azul y, lógicamente, estos añaden una puntuación negativa al
poseedor. Así, uno puede utilizar las cartas con los colores de los rivales
para hacer que estos “ganen” a disgusto estos ídolos nefastos…
Pero aún lo vamos a complicar más: dos
tesoros malos que exhiban la misma cantidad de gemas en manos de un jugador se
convierten en uno positivo del mismo valor. Por lo tanto, el uso de las cartas
que a cada uno le van tocando puede ser tan caótico como divertido, ya que se
luchará por igual por los tesoros buenos que por los malos, bien sea porque nos
interesa tenerlos, bien porque queremos endorsárselos a un oponente. Y, además,
están las Cartas de equipo, que permiten saltarse las reglas generales y añaden
efectos tan dramáticos como que, por ejemplo, después de estar luchando por
llevarte un tesoro y poner bajo él todas tus cartas, alguien te quite tu color y
el tesoro pase a ser suyo…
Emocionante, intenso a ratos, fácil de
aprender pero enrevesado de jugar en determinados momentos, de una hora
aproximada de duración y muy recomendable para quienes no dispongan de mucho
tiempo ni de ganas de aprenderse un reglamento extenso y dificultoso. Casi un
juego familiar con la única “dificultad” de aprenderse la utilidad de las
cartas de equipo, que en realidad son sólo siete.
Gran juego, caótico a veces. Una buena planificación se te puede ir al traste por culpa de las cartas de equipo de otro jugador. Aunque esta incertidumbre le añade encanto e intriga.
ResponderEliminarYo lo he utilizado alguna vez en clase y siempre me ha funcionado bien.
¡La carta de la botella de whisky es terrible!
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