Simpático trabajo de Stefan
Feld para 2 jugadores publicado por Queen
Games en 2005 y que cuatro años después tuvo una continuación con la que
puede ser combinado. Las ilustraciones son del sin par Michael
Menzel. Pese a que he manifestado en más de una ocasión que no me
entusiasman los juegos de cartas en general, aquellos que incluyen otros
elementos como tableritos, fichas, dados u otros accesorios se me hacen
bastante más entretenidos. No me suelen gustar, sin embargo, los que son del
tipo building card game, como el
afamado y popular Dominion. Por
fortuna, este Roma
no está en esta línea que yo personalmente no disfruto, aunque sé que hay mucha
gente que sí.
La disposición del “tablero”, o más bien
“zona de juego” de Roma es muy
original: en el centro de la mesa se colocan en fila ocho discos de cartón,
seis de los cuales se corresponden con cada una de las caras de un dado normal.
En cada uno de los extremos se colocan sendos discos que representan cartas y
dinero. A continuación, cada jugador recibe 10 puntos de victoria y 4 cartas,
situando cada una de estas bajo uno de los discos con resultados de dado.
Efectivamente: estos discos señalan y separan la zona de juego de cada
participante, que se pone frente a su rival.
Utilizando esta tirada de dados, el jugador obtendrá 1 carta, 5 monedas, y podrá utilizar su carta en el espacio "3" (Legionario) |
Las cartas representan tanto a personajes
como a edificios típicos de la antigua Roma. El objetivo del juego es dejar al
contrario sin puntos de victoria, o también se puede terminar la partida si se
acaba la reserva de éstos, ganando entonces el jugador que más de ellos haya
acumulado.
Para llevar a cabo su turno, cada
contrincante dispone de 3 dados de un mismo color. Los lanza y, sin cambiar sus
resultados (sólo puede repetir la tirada si saca un trío) adjudica cada uno de
ellos a uno de los discos de la zona de juego, en el orden y cantidad que le
parezca. Cada dado que coloque en el disco de dinero le proporcionará tantas
monedas como la tirada; aquellos que sitúe en el disco de cartas le permitirán
coger tantas como el resultado del dado y quedarse con una de ellas.
Finalmente, los que sitúe en donde colocó sus cartas (los que tienen el
resultado de 1 a 6), le permitirán activar a los personajes y edificios que
tenga situados en esa posición. Es decir, si escoge un dado en el que le salió
“1”, podrá usar la carta que tenga bajo el disco con un uno en el dado dibujado
en él. Además de todo esto, siempre puede ir bajando nuevas cartas de su mano
mientras pueda pagar el precio que indican, pudiendo incluso deshacerse de
otras ya colocadas en la mesa para sustituirlas por nuevas.
Las habilidades y beneficios que proporcionan
las cartas son variados, principalmente la obtención de más puntos de victoria
y la eliminación de las cartas enemigas. Una vez más, la actividad potencial de
cada carta se indica con iconos moderadamente comprensibles (¡de nuevo la moda
de la “independencia del idioma”!). Por fortuna, también se describen en el
libro de instrucciones, que incluye versión en castellano por una vez. Para
combatir, los personajes utilizan un dado blanco y deben igualar o superar con
él la defensa del objetivo, que también aparece impresa en la carta. El hecho
de eliminarle cartas al contrario no sólo impide que las vuelva a usar: al
principio de nuestro turno, por cada “hueco” (disco de dado que no tenga carta
adjudicada) que tengamos en nuestra zona de juego perderemos un punto de
victoria.
Aunque no me emocionan especialmente estos
juegos de tan corta duración (Roma puede
extenderse unos tres cuartos de hora), entiendo que tienen su lugar y su
momento, por eso tengo este y otros
similares en mi ludoteca. No obstante, sigo prefiriendo juegos más largos.
Creo que es el único Feld que no me gusta; me parece un coñazo épico, y los símbolos de las cartas no son nada intuitivos, por lo que al final me resultaba todo un coñazo de jugar, todo el rato consultando las reglas a ver que hacía cada carta.
ResponderEliminarUn saludo!
Sí, son algo complicadillos. Volvemos al problema de la "independencia" del idioma y la obsesión por los ideogramas ;)
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