domingo, 1 de julio de 2012

Roma

Simpático trabajo de Stefan Feld para 2 jugadores publicado por Queen Games en 2005 y que cuatro años después tuvo una continuación con la que puede ser combinado. Las ilustraciones son del sin par Michael Menzel. Pese a que he manifestado en más de una ocasión que no me entusiasman los juegos de cartas en general, aquellos que incluyen otros elementos como tableritos, fichas, dados u otros accesorios se me hacen bastante más entretenidos. No me suelen gustar, sin embargo, los que son del tipo building card game, como el afamado y popular Dominion. Por fortuna, este Roma no está en esta línea que yo personalmente no disfruto, aunque sé que hay mucha gente que sí.

La disposición del “tablero”, o más bien “zona de juego” de Roma es muy original: en el centro de la mesa se colocan en fila ocho discos de cartón, seis de los cuales se corresponden con cada una de las caras de un dado normal. En cada uno de los extremos se colocan sendos discos que representan cartas y dinero. A continuación, cada jugador recibe 10 puntos de victoria y 4 cartas, situando cada una de estas bajo uno de los discos con resultados de dado. Efectivamente: estos discos señalan y separan la zona de juego de cada participante, que se pone frente a su rival.

Utilizando esta tirada de dados, el jugador obtendrá 1 carta, 5 monedas, y podrá utilizar su carta en el espacio "3" (Legionario)

Las cartas representan tanto a personajes como a edificios típicos de la antigua Roma. El objetivo del juego es dejar al contrario sin puntos de victoria, o también se puede terminar la partida si se acaba la reserva de éstos, ganando entonces el jugador que más de ellos haya acumulado.

Para llevar a cabo su turno, cada contrincante dispone de 3 dados de un mismo color. Los lanza y, sin cambiar sus resultados (sólo puede repetir la tirada si saca un trío) adjudica cada uno de ellos a uno de los discos de la zona de juego, en el orden y cantidad que le parezca. Cada dado que coloque en el disco de dinero le proporcionará tantas monedas como la tirada; aquellos que sitúe en el disco de cartas le permitirán coger tantas como el resultado del dado y quedarse con una de ellas. Finalmente, los que sitúe en donde colocó sus cartas (los que tienen el resultado de 1 a 6), le permitirán activar a los personajes y edificios que tenga situados en esa posición. Es decir, si escoge un dado en el que le salió “1”, podrá usar la carta que tenga bajo el disco con un uno en el dado dibujado en él. Además de todo esto, siempre puede ir bajando nuevas cartas de su mano mientras pueda pagar el precio que indican, pudiendo incluso deshacerse de otras ya colocadas en la mesa para sustituirlas por nuevas.

Las habilidades y beneficios que proporcionan las cartas son variados, principalmente la obtención de más puntos de victoria y la eliminación de las cartas enemigas. Una vez más, la actividad potencial de cada carta se indica con iconos moderadamente comprensibles (¡de nuevo la moda de la “independencia del idioma”!). Por fortuna, también se describen en el libro de instrucciones, que incluye versión en castellano por una vez. Para combatir, los personajes utilizan un dado blanco y deben igualar o superar con él la defensa del objetivo, que también aparece impresa en la carta. El hecho de eliminarle cartas al contrario no sólo impide que las vuelva a usar: al principio de nuestro turno, por cada “hueco” (disco de dado que no tenga carta adjudicada) que tengamos en nuestra zona de juego perderemos un punto de victoria.

Aunque no me emocionan especialmente estos juegos de tan corta duración (Roma puede extenderse unos tres cuartos de hora), entiendo que tienen su lugar y su momento, por eso tengo este y otros similares en mi ludoteca. No obstante, sigo prefiriendo juegos más largos. 

2 comentarios:

  1. Creo que es el único Feld que no me gusta; me parece un coñazo épico, y los símbolos de las cartas no son nada intuitivos, por lo que al final me resultaba todo un coñazo de jugar, todo el rato consultando las reglas a ver que hacía cada carta.

    Un saludo!

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  2. Sí, son algo complicadillos. Volvemos al problema de la "independencia" del idioma y la obsesión por los ideogramas ;)

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