domingo, 5 de mayo de 2013

Monkey Lab

Simpático y sencillo juego de orientación juvenil editado por la casa alemana Alderac Entertainment Group en 2009, tanto en su edición original como en la traducida al inglés. El autor es Dan Manfredini, y se puede acabar en poco más de media horita, lo que para mí no lo hace precisamente apasionante.

De 2 a 4 jugadores se ponen en la piel de… ¡monos de laboratorio! Como tales, su intención es rescatar de las instalaciones en las que estaban prisioneros a tantos congéneres suyos como les sea posible. El jugador que más monos haya liberado al final de la partida es el ganador.

Despliegue inicial

El tablero se compone de 4 grandes losetas combinables por ambas caras. Una vez montadas, todas ellas forman el laboratorio sobre el que transcurrirá la partida, dividido en habitaciones conectadas por puertas. Los monos protagonistas comienzan en el vestíbulo, y el simpático guardia Murray fuera del edificio. Los cinco están representados por figuras de plástico. En cada habitación excepto en aquella en la que se comienza encontramos una loseta de jaula bocabajo y dos objetos boca arriba. Cuando un mono entra en una habitación, puede revelar la jaula con una acción, comprobando entonces los puntos que otorga (monos rescatados) y los objetos que requiere para ser abierta.

Murray y los monos
En su turno, cada jugador puede realizar tres acciones –que incluso pueden ser repetidas– de entre las siguientes: mover, revelar una jaula, coger/soltar/cambiar objeto, abrir una jaula, usar una carta o combatir contra otro jugador. Abrir jaulas, es, por supuesto, la esencial y la que nos va a permitir acumular puntos. Para ello, entre los objetos presentes en la habitación y el que lleve el mono (sólo es posible transportar uno a la vez) deben estar todos los que nos muestra la loseta de jaula. En ese caso, queda abierta, y el jugador se la queda para puntuarla luego en función de los monos dibujados en ella. Pero, atención: cualquier mono rival en habitaciones adyacentes recibirá tantos puntos como aquel que ha liberado la jaula menos uno, así que es importante tener esto en cuenta tanto si somos el que ha abierto la jaula como si vemos la ocasión de aprovecharnos de la labor de otro jugador.

Las posibles acciones que permiten las cartas

El combate propiamente no es muy violento, habida cuenta del tono desenfadado y nimio (¿o simio?) del juego: si un mono tiene el objeto que se muestra en su carta de jugador y el rival no tiene el suyo, el último pierde cualquier objeto que llevara en la mano y es movido a otra habitación por el vencedor de la trifulca.

¡Murray vigila!
Por último, explicar las cartas mencionadas y el papel del guardia Murray, que se activa y mueve por medio de algunas de ellas. Cada jugador comienza la partida con 2 cartas, y siempre vuelve a robar a final de turno hasta tener 2. Las cartas nos permitirán realizar movimientos extra, cambiar objetos entre habitaciones y hacer uso de la figura de Murray para colocarlo en la habitación que queramos. La presencia del guardia impide a los monos seguir moviendo, de manera que, si uno de ellos entra a donde está este, deberá acabar su turno. Si ya comienza el turno junto al vigilante, podrá salir de la habitación y concluir sus tres acciones, o realizar una única acción y acabar el turno. El uso de la figura de Murray es pues decisivo para entorpecer las acciones de nuestros rivales y uno de los elementos más divertidos del juego.

La partida concluye una vez se acaba todo el mazo de estas cartas, o si se liberan todas las jaulas, momento en el que los jugadores suman los puntos que han conseguido y gana aquel con mayor cantidad.

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