Nike & Cooper Española (NAC) ha sido sin duda una marca
decisiva y trascendental en mi vida ludómana, especialmente durante el momento
de mayor apogeo de esta casa madrileña, hacia mediados de los 80. Es cierto que
muchos de sus productos nos pueden parecer ahora arcaicos, burdos y obsoletos; que
las reglas de algunos de ellos no podían compararse en calidad incluso con
muchos juegos de su época, como los de Avalon Hill. Sin embargo, marcaron a
muchas personas de mi generación que éramos aficionados al tablero. En algunos
casos, plantaron el germen de este hobby, en otros –como el mío- lo afianzaron
y, en el caso concreto de los wargames, sí que fue un concepto y una variante
que me descubrieron. Lo cierto es que en aquella época, acabando ya la EGB, era
raro el amigo o compañero de clase o curso que no tuviera algún título de NAC.
Yo creo que entre toda la pandilla reuníamos prácticamente su catálogo inicial
completo; y, en particular, este juego que paso a reseñar, La conquista del Oeste (1982),
estaba en posesión de un buen amigo y vecino mío, y fue en su casa donde jugué
las primeras partidas a él. Años más tarde, cuando Factor
Games adquirió y reeditó algunos juegos de NAC, le regalé la nueva
versión de 1990 a mi hermana pequeña. No recuerdo perfectamente la original,
pero creo que son prácticamente iguales excepto por el material de algunos
componentes como los peones, de madera y mucho más bonitos en la edición de
NAC, y de plástico en la de Factor, y la portada de la caja. Como era típico en los diseños de la empresa,
no se detalla ni reconoce al autor o autores del juego.
La conquista del
Oeste es un
juego destinado claramente a un público juvenil o, todo lo más, familiar, con
reglas simples y sin grandes complicaciones. Hace muchos años que no he jugado
y no sé la impresión que tendría de él hoy en día si lo hiciera, pero lo
recuerdo con cariño y es por eso que he decidido desempolvarlo, sacarle unas
cuantas fotografías, y hacer una reseña para el blog. Por cierto: ¡no se os
ocurra dejar los mazos de cartas sujetos con una goma! Se pudren con el tiempo
y estropean los componentes de los juegos. Es algo que ya he sufrido más de una
vez.
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Un tablero tan rudimentario y básico como entrañable (pinchad para ampliar) |
El objetivo de este viejo título es bien
fácil de deducir: a la manera de los colonos (¿o invasores?) de Norteamérica en
el siglo XIX, los jugadores empieza en el este de EE.UU. y deben viajar al
extremo contrario, en busca de tierras en las que asentarse. Para ello deben
reunir un equipo básico y atravesar miles de kilómetros con su familia
enfrentándose a un sinfín de peligros. Así pues, antes de abandonar la zona
civilizada (trazo verde en el mapa), los pioneros deben conseguir las cuatro
piezas esenciales para acometer su ardua tarea: bueyes, carro, armas y
provisiones, lo cual se hace normalmente yendo a las casillas en las que
aparece la imagen de éstos y comprándolas. También es posible obtenerlos por
medio de cartas e incluso robándoselos a un compañero. El sistema de
movimiento, como podréis ver por las fotografías, es por medio de casillas
circulares (ciudades) conectadas mediante líneas. En estas últimas, entre una
localización y otra, existe un número que es la tirada mínima que se debe sacar
con los dados para poder atravesarla. El jugador no debe escoger de antemano su
dirección, y puede decidirla una vez haya visto el resultado de los dados. Hay
también un pequeño trecho de ferrocarril a lo largo del cual se puede viajar
pagando el peaje apropiado. Cada jugador dispone de un único peón: no esperéis worker placement ni ninguna otra
floritura moderna; todo lo más, hay una pequeña ficha de cartón para cada peón
que representa a su familia, y que en ocasiones debe dejarse en una ciudad
hasta que el patriarca de ésta pague una deuda o resuelva un problema.
Algo muy habitual en la línea de juegos
temáticos de NAC eran las cartas de “Incidencia” y de “Oportunidad”. Las
últimas se obtenían cada vez que un jugador sacaba en los dados 3, 7 u 11 –como
recordarán los jugones de mi quinta–. Representaban por lo general ventajas y
beneficios para su receptor, y se podía tener en mano un máximo de tres hasta
que se decidieran usar. Las otras cartas aparecían cuando un peón entraba en
una casilla con asterisco, eran de efecto inmediato, y casi siempre eran trabas
y dificultades para los jugadores, aunque había algunas buenas.
A lo largo del mapa se encontraban infinidad
de iconos que ofrecían otras tantas posibilidades a los participantes: un pico
y una pala representaban un lugar en el que trabajar y conseguir algún dinero,
dos cartas de póker blancas ofrecían la opción de montar una partida (que
se resolvía aleatoriamente con una simple tirada de dados), mientras que dos
cartas verdes denotaban un tahúr que nos obligaba a jugar con desventaja.
Por último, los bancos eran una opción más rápida y fácil de ganar dinero para
cualquier que dispusiera de un revolver. La pega era que, a partir de entonces
–lo mismo ocurría si robabas equipo a otro jugador–, tu cabeza tenía precio (y éste
podía ir elevándose con cada nueva fechoría), y cualquier contrincante osado
que estuviese del lado de la ley podía intentar detenerte, cobrar la recompensa
y enviarte a la cárcel. Todas estas variantes para obtener dinero y para
elegir, en cierta manera, tu rol –honrado colono, tahúr, atracador– era una de
las cosas que más me gustaba de La conquista
del Oeste. También había, finalmente, otros lugares especiales como los
sheriffs corruptos, el Juez Roy Bean o la Cárcel india.
En fin… poco más hay que contar de este juego
que ya he dicho que era muy sencillo. En las fotografías adjuntas podéis echar
un vistazo a tablero y componentes, que ya veis que no son un dechado de
exquisitez artística precisamente. Aún con todo, creo que no hay que renunciar
a todos estos títulos de nuestro pasado que cimentaron nuestra afición a este
bonito hobby y que, al menos en algún momento, nos resultaron divertidos. Vaya,
por tanto, mi homenaje a este y tantos otros productos de la marca NAC que
fueron muy especiales en mi juventud. Tampoco descarto volver a jugar a alguno
cualquier día de estos…