Avalados y animados por el éxito y la
popularidad de Hammer
of the Scots (ver reseña un poco más abajo) el diseñador Jerry Taylor y su empresa Columbia
Games (con la colaboración de Tom Dalgliesh)
comercializan en 2009 Richard III,
ambientado cronológica y geográficamente muy cerca de su predecesor: en las
famosas Guerras de las Rosas acaecidas en Inglaterra durante la segunda mitad
del siglo XV. El título inicial del juego iba a ser el del famoso conflicto
medieval (que queda ahora como subtítulo) pero, a última hora, seguramente para
evitar confusiones cono otros productos de idéntico nombre, se cambia por el
del monarca Plantagenet, y la ilustración de portada –unos soldados de la
época– por la de un retrato de este rey que personalmente considero un desacierto
como cubierta de un juego.
El sistema de movimiento, combate y gestión
general de este Richard III es, pues,
muy similar a su predecesor. Hay un único escenario
(se pueden descargar más desde la web de Columbia) dividido en tres campañas. Durante cada una de ellas, los
jugadores disponen de 7 turnos cada uno que
culminan en una Fase Política similar a la
Fase de Invierno de Hammer of the Scots
en la que los bloques se retiran a sus respectivos lugares de origen y se
recuperan y cabe la posibilidad de que se nombre un nuevo rey. Cada turno
comienza con los jugadores eligiendo en secreto una carta y revelándola a la
vez. Unas pocas son también de eventos (aunque en Richard III, la coincidencia simultánea de dos de ellos no termina
la campaña), pero la mayoría sirven para activar áreas y mover los bloques que
hay en ellas. Además –otra diferencia con el juego anterior– estos puntos
sirven también para reclutar nuevas unidades y nobles. Por último, en este
título que reseñamos es también habitual el movimiento
marítimo, que en Hammer of the
Scots era inusual. El transporte naval será más que necesario para traer
bloques aliados de uno u otro bando que estén en otros países como Francia o
Irlanda.
El área de Londres es una de las más disputadas |
Otra diferencia con Hammer of the Scots es que aquí los nobles no se pasan al bando
contrario con tanta facilidad: sólo mediante una oportuna tirada de traición se puede intentar que algunos
bloques cambien de bando, pero dicha tirada sólo pueden hacerla el rey, el
pretendiente de la casa rival y Warwick, el famoso kingmaker, amén de una carta de evento, y esto una única vez por
batalla.
Se introduce también aquí la artillería, un bloque por bando, con características
especiales, ya que tiene prioridad A durante la primera ronda de combate (hay 4
de éstas), y D durante las siguientes. Hay también un bloque de Rebeldes que se alía siempre con el bando que no
tiene al monarca actualmente.
Los York comienzan a hacerse con el control de Inglaterra... |
El tablero desde la perspectiva de los Lancaster |
En resumen, Richard III es un juego que me parece casi tan divertido como Hammer of the Scots; quizá me sorprende
menos por no serme ya tan novedoso, pero me sigue encantando la ambientación
medieval y el sistema de bloques, ilustrados con los elegantes escudos
heráldicos de las casas nobles a las que representan. El mapa es lo único que
para mí pierde un poco con respecto a su antecesor pero, por lo demás, lo pongo
casi al mismo nivel que éste.
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