lunes, 15 de octubre de 2012

Richard III

Avalados y animados por el éxito y la popularidad de Hammer of the Scots (ver reseña un poco más abajo) el diseñador Jerry Taylor y su empresa Columbia Games (con la colaboración de Tom Dalgliesh) comercializan en 2009 Richard III, ambientado cronológica y geográficamente muy cerca de su predecesor: en las famosas Guerras de las Rosas acaecidas en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XV. El título inicial del juego iba a ser el del famoso conflicto medieval (que queda ahora como subtítulo) pero, a última hora, seguramente para evitar confusiones cono otros productos de idéntico nombre, se cambia por el del monarca Plantagenet, y la ilustración de portada –unos soldados de la época– por la de un retrato de este rey que personalmente considero un desacierto como cubierta de un juego.


El sistema de movimiento, combate y gestión general de este Richard III es, pues, muy similar a su predecesor. Hay un único escenario (se pueden descargar más desde la web de Columbia) dividido en tres campañas. Durante cada una de ellas, los jugadores disponen de 7 turnos cada uno que culminan en una Fase Política similar a la Fase de Invierno de Hammer of the Scots en la que los bloques se retiran a sus respectivos lugares de origen y se recuperan y cabe la posibilidad de que se nombre un nuevo rey. Cada turno comienza con los jugadores eligiendo en secreto una carta y revelándola a la vez. Unas pocas son también de eventos (aunque en Richard III, la coincidencia simultánea de dos de ellos no termina la campaña), pero la mayoría sirven para activar áreas y mover los bloques que hay en ellas. Además –otra diferencia con el juego anterior– estos puntos sirven también para reclutar nuevas unidades y nobles. Por último, en este título que reseñamos es también habitual el movimiento marítimo, que en Hammer of the Scots era inusual. El transporte naval será más que necesario para traer bloques aliados de uno u otro bando que estén en otros países como Francia o Irlanda.

El área de Londres es una de las más disputadas
También como en el juego en el que llevábamos a William Wallace, tener en tu bando una mayoría de nobles nos proporcionará seguramente la victoria, ya que es la casa que tenga al rey en el momento en que acabe la partida la que se alzará con la victoria. Al comienzo del juego, son los Lancaster los que tienen al monarca, pero esto puede cambiar durante la Fase de Usurpación al final de cada campaña. Ambos bandos disponen a este efecto de cinco herederos que, respetando el orden de sucesión, pueden convertirse en reyes o pretendientes al trono. Si se diera el raro caso de que un bando perdiera a sus cinco herederos, el contrincante obtendría también una victoria automática.

Otra diferencia con Hammer of the Scots es que aquí los nobles no se pasan al bando contrario con tanta facilidad: sólo mediante una oportuna tirada de traición se puede intentar que algunos bloques cambien de bando, pero dicha tirada sólo pueden hacerla el rey, el pretendiente de la casa rival y Warwick, el famoso kingmaker, amén de una carta de evento, y esto una única vez por batalla.

Se introduce también aquí la artillería, un bloque por bando, con características especiales, ya que tiene prioridad A durante la primera ronda de combate (hay 4 de éstas), y D durante las siguientes. Hay también un bloque de Rebeldes que se alía siempre con el bando que no tiene al monarca actualmente.

Los York comienzan a hacerse con el control de Inglaterra...
En resumidas cuentas, estamos ante un juego que, como ya se ha dicho, aprovecha el tirón de su predecesor y utiliza muchas de las mecánicas que le hicieron famoso. Es sólo ligeramente más complicado porque, en función del área en la que se luche, unos u otros bloques obtienen ventaja en la defensa: en Hammer… sólo ocurría cuando un bloque defendía su territorio natal; en Richard III, además, obtienen esta ventaja los herederos si en su zona hay una corona, las levas si luchan en su ciudad de origen, los bloques eclesiásticos, etc. Tener en cuenta todos estos factores hace un poco más engorroso este juego que el otro. En el tablero, todos estos factores se traducen también en zonas más recargadas de los iconos pertinentes, lo que en mi opinión le quita un poco de gracia con respecto al simpático y más claro mapa escocés de Hammer…

El tablero desde la perspectiva de los Lancaster
Hay sólo 7 cartas de evento, pero algunas, como la Plaga pueden ser muy drásticas y arruinar todo un turno. Como siempre, estos sucesos aportan variedad a las partidas y una cierta aleatoriedad comedida que me parece necesaria y correcta.

En resumen, Richard III es un juego que me parece casi tan divertido como Hammer of the Scots; quizá me sorprende menos por no serme ya tan novedoso, pero me sigue encantando la ambientación medieval y el sistema de bloques, ilustrados con los elegantes escudos heráldicos de las casas nobles a las que representan. El mapa es lo único que para mí pierde un poco con respecto a su antecesor pero, por lo demás, lo pongo casi al mismo nivel que éste.

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